Pixies, o el discreto encanto de la nostalgia

A caballo entre los años ochenta y noventa del siglo pasado, los Pixies marcaron una época y crearon su propio estilo. Alternando momentos de calma con arrebatos de guitarras afiladas, se convirtieron en uno de los pilares de lo que en su día se llamó rock alternativo.

Entre 1987 y 1991 sacaron un EP y cuatro álbumes que nos robaron el corazón: Come on Pilgrim, Surfer Rosa, Doolittle, Bossanova y Trompe le Monde. Con sus letras crípticas, sus melodías hipnóticas y su particular fusión de punk, pop, indie y surf, sentaron las bases para la explosión alternativa de principios de los años 90, influyendo a numerosas bandas de grunge, rock y Brit-pop.

Su carrera estratosférica terminó repentinamente con su disolución en 1992. La reunión de los Pixies en 2004 nos sorprendió y nos fascinó a partes iguales. Todavía recuerdo ese concierto en el lejano Primavera Sound de 2004 en el Poble Espanyol. A pesar de lo artificial de la reunión, los fans fuimos muy felices escuchando esos clásicos que nos marcaron en la adolescencia.

Durante la década de los 2000 y los 2010, la banda no dejó de hacer giras, y en 2013 volvieron a entrar en el estudio a grabar. Allí fue cuando Kim Deal, la carismática bajista de la banda, se bajó del barco. En los cuatro álbumes que han sacado desde entonces, han combinado su sonido de siempre con influencias country y folk.

Ayer acudimos al Sant Jordi Club para ver su gira de presentación del álbum Doggerel (2022). Tengo que reconocer que nunca les he hecho demasiado caso a los cuatro álbumes de la nueva era más allá de una escucha superficial. Y, a juzgar por los silencios y los parones de euforia que se producían ayer cuando la banda interpretaba temas nuevos, parece que miles de fans hicieron lo mismo.

Ayer estábamos allí en un ejercicio de nostalgia, para escuchar las canciones de hace tres décadas. Con una sonrisa de ternura en los labios. Y la verdad es que conseguimos lo que íbamos a buscar. La banda estaba en plena forma y sonaba muy compacta, Frank Black mantiene esa actitud imperturbable y esa presencia imponente, y la bajista Paz Lenchantin brilla en el puesto de Kim Deal.

Sin decir ni hola, empezaron el concierto con “Cecilia Ann”. A partir de aquí, sonaron grandes clásicos, alternados con material nuevo. Nos dieron lo que queríamos. Saltamos con “Isla de Encanta”, nos emocionamos con “Here Comes Your Man”, coreamos “Mr. Grieves”, sonreímos con “Monkey Gone to Heaven” y nos divertimos con las dos versiones de “Wave of Mutilation” (la normal y la surfera).

Como es habitual en un concierto de los Pixies, no hicieron ni comentarios ni bromas entre canciones. Y la verdad, ni falta que hizo. Simplemente se dedicaron a encadenar sus clásicos con temas más recientes. En algunos casos, hicieron demasiadas canciones nuevas seguidas y el nivel de energía bajo un poco.

En la recta final de la noche, nos regalaron “Debaser” y “Where Is My Mind?”, y acabaron con su versión del “Winterlong” de Neil Young. Hubiera preferido que terminaran el concierto con algún otro temazo, pero mi sonrisa era ya imborrable. Gracias.

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