No pasar por el aro, el testimonio de Tori Sparks

Esta semana nos ha conmovido una publicación de una artista que se ha tenido que enfrentar a los dinosaurios de la industria musical. Se trata de la cantante, guitarrista y compositora Tori Sparks. Para quien no la conozca todavía, Tori nació en Chicago, vivió durante años en Nashville y lleva una década afincada en Barcelona. Desde hace unos años, combina sus raíces de rock americano con el flamenco fusión del trío Calamento.

El motivo de su publicación ha sido anunciar la conclusión una larga y desgastadora batalla legal. Y nos ha parecido que su testimonio es tan profundo como inspirador.

Antes de pasar al texto, te informamos de que este mes de abril Tori Sparks tiene previstas dos actuaciones en Barcelona en un formato maravilloso: conciertos de vermut. El primero es un concierto acústico en solitario el 11 de abril en El Café Rock and Roll. El segundo es un concierto con su banda al completo el 18 de abril.

Y sin más preámbulos pasemos a su testimonio, que puede leerse como una suerte de manifiesto de supervivencia para músicos profesionales. Un verdadero ejemplo de resiliencia. Con todos vosotros, Tori Sparks.

Fotografía de Wayne Hall

Esta es la cara que pones después de haber luchado a muerte contra dos corporaciones avariciosas. Lo que sigue es una historia real sobre los entresijos del mundo de la música.

En los últimos meses he estado librando dos grandes batallas legales, que finalmente han llegado a su fin. Una de ellas implica a mi antigua PRO (entidad de gestión de derechos), que me debe miles de euros en royalties por actuaciones en directo durante un período de 9 años.

La otra implica a una empresa que intentó “reinterpretar” el alcance de un contrato firmado hace 11 años, obteniendo así el control de parte de mis derechos de publicación. Mis negociaciones con la primera entidad han durado más de tres años, y con la segunda cuatro meses. Yo sola frente a dos grandes corporaciones, a su jerga legal y a sus amenazas.

Y todo esto, sumidos como estamos en esta pandemia tan pesadita. Digamos que los dos últimos meses han sido muy largos (para todos).

Si alguna vez os habéis preguntado: ¿Por qué se desaniman los músicos? ¿Por qué algunos tiran la toalla? No es porque no creamos en lo que hacemos o porque deje de apasionarnos. No es porque el negocio sea competitivo, o porque la vida sea injusta, o porque nos gustaría ser más famosos, más guapos, más ricos o más talentosos de lo que somos. Trabajamos con horarios muy exigentes, pero esta es la vida que elegimos. Seguimos creando a pesar de un mercado en el que es cada vez más difícil cobrar de manera efectiva por nuestro trabajo. Pero encontramos la manera.

No ha sido una cuestión de ego, ni siquiera de dinero. Se trata de decidir no pasar por el aro de un sistema disfuncional.

Tori Sparks

Eso puede suponer un desafío, pero no es lo peor. Para mí el problema más grande son estas empresas cuya existencia se basa en lo que hacemos, pero que a menudo son las primeras en intentar sacar tajada en cuanto ven la oportunidad. Es deprimente. La única opción que te queda es claudicar (implica despedirte de tu dignidad, pero te ahorras mucho tiempo) o pelear (resulta agotador y lo más probable es que pierdas).

Esa es la vida de un artista independiente. No cada día, pero sí demasiados días. Si estás con un gran sello discográfico, tienes abogados a los que recurrir para que esta mierda no te afecte. A menos que (o hasta que) la propia discográfica sea la que intente sacar tajada. A mí me pasó a los 21 años.

Así que he optado por luchar. No ha sido una cuestión de ego, ni siquiera de dinero. Se trata de decidir no pasar por el aro de un sistema disfuncional, por mucho que a menudo defender lo correcto sea una batalla perdida. He perdido la batalla contra una de estas empresas, y con la otra ha sido prácticamente un empate, pero no cambiaría nada de lo que he hecho.

No claudiques. Pelear es desagradable, pero al menos sabrás que has hecho todo lo que has podido. No sé si esa gente puede dormir por la noche, pero yo sí. Y para mí, eso tiene mucho valor.

La próxima vez que uno de esos individuos (porque siempre hay una persona que toma las decisiones, aunque sea en nombre de una corporación) se plantee intentar aprovecharse de un artista, espero que recuerde la guerra que les he dado y se lo piense dos veces.

No, no voy a nombrar a las personas ni sus empresas. Aunque no se merecen semejante cortesía, no están aquí para defenderse. Ellos podrán actuar sin ética, pero yo no.

En conclusión, ya sé que están sucediendo cosas mucho peores en el mundo que la falta de ética en la industria musical: racismo, sexismo, violencia, odio, terror… por no hablar de la pandemia global que nos ocupa. Pero quería publicar esto para que recordéis algo que para mí es una fuente de profunda inspiración: la próxima vez que veas un concierto o que escuches un disco nuevo de un artista independiente, recuerda que lo increíble no es solo la obra de arte que han creado esos músicos, sino el hecho de que sigan creando a pesar de todo. A pesar del racismo, del sexismo, de la violencia, del odio, del terror, de la pandemia global y de la maldita industria musical.

¿Y qué hay de esos músicos ricos y famosos que tienen un gran sello detrás? La mayoría de ellos se ha enfrentado exactamente al mismo tipo de situaciones en algún momento de su carrera; a veces a situaciones mucho peores, porque había mucho más dinero en juego. Mis felicitaciones a ellos también por seguir adelante; especialmente a los que usan el dinero y la fama para hacer que el mundo sea un poco mejor.

Eso es todo. Fin del monólogo. Recordad también que vosotros, el público, nuestros amigos, nuestra familia musical, sois una de las principales razones por las que músicos como yo seguimos adelante. Porque por cada tiburón de esos que hay, al menos hay mil como vosotros. Y no, no dejaremos de luchar.

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