Madame Tarantula, justicia silenciosa.
Tyrannosaurus Books publica en un volumen todas las historias que Mike Hoffman creó para uno de sus personajes más carismáticos, Madame Tarantula. Mestiza silenciosa, misteriosa y atractivamente mortal, justiciera en un mundo sin justicia, el Futurewest.
A Mike Hoffman seguramente lo conoceréis por sus trabajos hasta finales de los 90 en Hellraiser, Hellbrazer o Swamp Thing. Ya emprendiendo el camino en solitario y alejado de las grandes editoriales de cómics, Hoffman publicó Tigress Tales, un cómic con historias cortas en el que debutaba nuestra misteriosa protagonista. Seis historias en las que conocemos retazos de su vida, apenas fragmentos que nos dan pistas sobre el cómo y el por qué de esa existencia solitaria de Madame Tarantula.
Se inspiró para crearla en la voluptuosa actriz Tura Satana, sus rasgos así lo atestiguan. Y el transfondo de sus historias nace de la mezcla del Spaghetti Western y los escritos del naturalista y paleontólogo Loren Eiseley, uno de los padres fundadores del ecologismo. Madame Tarantuna se llama en realidad María Vélez, pero todos la llaman Osimvah, tarántula en indio-chino. Su atractivos rasgos nacen de la exótica mezcla de Tura Satana, su padre era de ascendencia nipona y filipina mientras que su madre era medio cheyenne, medio escocesa.
Madame Tarantula vive en un mundo distópico, un futuro cruel y despiadado más allá del año 7000. Un mundo en el que el oeste, los robots, los mutantes y las epidemias mortales conviven. Fue criada por los indios, tras la muerte de su padre y de su tía. Entrenada para sobrevivir en un mundo en el que apenas hay esperanza de vida. La sociedad y sus miserias, la podredumbre humana, el rechazo, la xenofobia, la manipulación, los entornos hostiles, la vida misma, son el escenario por donde camina impasible esta mujer de pocas palabras pero certeros golpes.
Letal e hipnótica, Madame Tarantula no deja títere con cabeza allá por donde pasa. Esos pueblos miserables con nombres como Hades, en los que no merece la pena poner los pies. Ella lo hace sin compasión, no busca problemas, pero los problemas le buscan a ella. Y cuando la encuentran, ella les lanza una mirada fría y continúa su camino a través del desierto dejando la desolación a su paso. Necesaria desolación, por otra parte. Lástima que tan solo le dedicara seis historias, Madame Tarantula se merece más.