L’Alternativa. Festival de Cinema Independent de Barcelona (II)
Imágenes que respiran
¿Cómo sería el mundo si los humanos hibernaran durante tres meses al año? Este es el sorprendente punto de partida de The Human Hibernation, el debut en el largometraje de Anna Cornudella Castro, un desafío para el espectador que transita entre el documental observacional y la ciencia ficción más experimental. Un film hipnótico que coloca a los seres humanos en segundo plano y cede el protagonismo a los otros seres vivos que transitan el film.
The Human Hibernation narra la historia de Clara, que busca a su hermano pequeño Erin, desaparecido tras despertar prematuramente de la hibernación. Pero Clara, en el fondo, no es más que la excusa para hablarnos de otras cosas, de todos esos seres vivos que habitan el ecosistema y que nunca reciben demasiada atención por nuestra parte: vacas, gallinas, ciervos, serpientes… Son ellos los que tienen en este caso el protagonismo y los que nos guían en este viaje tan especial por un planeta que, aunque habitemos desde hace mucho, desconocemos por completo.
El film de Cornudella plantea la posibilidad de una utopía en que la hibernación humana interrumpe el funcionamiento constante y acelerado de nuestra sociedad, mostrándonos un mundo más respetuoso con la naturaleza y sus ciclos. Un mundo que ha sustituido la prisa constante por la calma, la observación y la reflexión, un mundo que propone nuevas formas de vida en comunidad. Este atípico film, ganador del Premio FIPRESCI en el Festival de Berlín, nació a partir de un proyecto artístico desarrollado para la convocatoria de la Sala d’Art Jove de la Generalitat de Catalunya y una obra de vídeo realizada con una beca del MACBA. A partir de este material y a lo largo de varios años, la directora ha filmado en varias ocasiones, tanto en granjas de Cataluña como de Estados Unidos, siempre con un equipo muy reducido y desafiando constantemente la precariedad. En definitiva, un debut cinematográfico que rompe todos los esquemas y nos muestra otros modos de hacer, pensar y sentir.
Otro film proyectado en L’Alternativa que pone al ser humano en segundo plano y convierte al planeta tierra en protagonista es Apple Cider Vinegar, de la directora belga Sofie Benoot. Benoot, que ya pasó por el festival en 2010 con Blue Meridian y en 2020 con Victoria (co-dirigida junto a Liesbeth de Ceulaer e Isabelle Tollenaere), dirige un sinuoso y juguetón documental (¿O tal vez tendríamos que decir semidocumental? ¿Quizás mejor ensayo cinematográfico?) de múltiples capas.
En Apple Cider Vinegar, a una narradora de documentales de naturaleza –Siân Phillips, que ha sido la voz de numerosos documentales de naturaleza durante años– le extraen un cálculo renal, algo por lo que también pasó la propia Benoot. Se trata de una piedra blanca, pequeña y redondeada; según palabras de la protagonista, “que parece un chicle”. Una piedra que contiene partículas de weddellita, un mineral localizado exclusivamente en el mar de Weddell, en la Antártida. Pero, ¿cómo puede un mineral que se encuentra en la Antártida acabar en nuestro cuerpo? A partir de esta pregunta, la protagonista se embarca en un viaje asombroso por diversos enclaves de nuestro planeta: Cabo Verde, Reino Unido, Palestina, California… Un particular recorrido geológico, poético, medioambiental y filosófico que reflexiona sobre el Antropoceno y los distintos vínculos que nos unen con la tierra. Un recorrido que también, como The Human Hibernation, presta especial atención a los animales, mostrados constantemente a través de numerosas webcams. El film, que tuvo su estreno en el Festival Visions du Réel, ganó el Green Dox en el Dokufest de Kosovo y también ha logrado una Mención Especial por parte del jurado de L’Alternativa.
La tercera película que nos gustaría destacar (en este caso fuera de competición) y que también pone la naturaleza y el entorno natural en primer plano es Antes de la tormenta, dirigida por el cineasta Juan Palacios y la antropóloga Sofie Husum Johannesen. Palacios, que ya presentó en el festival su anterior obra, Meseta, en el año 2019, estuvo presente tras la proyección en el cine Maldà para conversar con los espectadores sobre algunos aspectos de la película.
Si en Meseta, el director realizaba su particular homenaje a la España vaciada, en Antes de la tormenta hace lo propio con Mando, una pequeña isla de Dinamarca amenazada por el aumento del nivel del mar y el cambio climático. Un lugar en el que apenas viven ya 27 habitantes, entre ellos Gregers, el último granjero de la isla. Un campesino aquejado de soledad que intenta buscar pareja a través de un programa de televisión. Un hombre que, a pesar de todas las señales de alarma, se resiste a abandonar el lugar en que nació y que habitaron sus antepasados. Alguien apegado a sus raíces que, cuando se acerca la temida tormenta, en lugar de buscar refugio se queda a la intemperie, sentado sobre la arena, cerca del mar, junto a su perro, observando impasible cómo la lluvia se prepara para caer de modo torrencial.
Gran parte del éxito de Antes de la tormenta reside, sin duda, en la localización elegida, la más pequeña de las islas frisias danesas habitadas –cada vez, eso sí, por menos gente–. 8’4 km2 de naturaleza en estado puro poblada por miles de pájaros, tanques abandonados y un puñado de habitantes resilientes que se preparan como pueden para la llegada de esa tormenta que da título al film.