La poesía de PJ Harvey
Este año el Kosmopolis cerraba su edición con un recital poético. Uno que despertó tal expectación que las entradas se acabaron rápidamente. PJ Harvey venía a presentar su primer libro de poesía The Hollow of the Hand, traducido al castellano como El Hueco de la Mano por la editorial Sexto Piso Realidades. Lejos de la música, pero no tanto como podría parecer, PJ Harvey se subió al escenario situado en el Hall del CCCB para, con voz clara, recitar algunos de los poemas de su libro y algunos inéditos en los que está trabajando. Ella misma confesaba que aunque hace poco que se ha introducido en la poesía, le ha cogido gusto a la misma y piensa seguir caminando entre sus senderos.
The Hollow of the Hand es un trabajo conjunto con el fotoperiodista irlandés Seamus Murphy. Hacía tiempo que querían trabajar juntos en un proyecto así. Murphy se había encargado de realizar los vídeos de su anterior trabajo musical Let England Shake. Juntos, se fueron de viaje por el mundo. Primero Kosovo, después Afganistán y por último, la capital de los EEUU, Washington D.C. Ella cargada con un montón de libretas negras y lapices, él con su cámara. Ella escribiendo textos que acabarían siendo poesías, él reflejando la cruda realidad en sus imágenes de los sitios que visitaban. Ella intentando acercarse con su lápiz, sin preconcepciones, sin prejuicios, como un niño. Algunos de estos versos acabaron siendo la raíz de algunas de las canciones de su último trabajo, The Hope Six Demolition Project.
En el recital, PJ Harvey siguió el orden del libro. Primero visitamos Kosovo. Recitando de memoria, aunque sosteniendo las hojas de sus poemas elegantemente contra su cuerpo menudo y su elegante chaqueta negra. Entre los versos que escuchamos, la triste “Chain of Keys”, una de las también canciones de su disco. La historia de una mujer que tiene en su poder las llaves de un pueblo en el que ya nadie vive. Una mujer que sentada, espera a que vuelvan los que nunca volverán. También recitó “The Abandoned Village”, otro relato de un pueblo vacío, de los restos que evidencian la vida que por allí pasó y que nunca más volverá.
Afganistán fue nuestra segunda parada. Escuchamos de la voz de Harvey recitar “The Orange Monkey”, otro de los poemas que acabó transformado en canción, pero también “The Guest Room” o “The Hand”, de la que extrae el nombre su poemario y “The Glass”, de la que surgió la canción “Dollar, Dollar” con ese niño que le pide algo a través del cristal de su coche, esa mirada perdida y la tristeza que le envolvía. El momento de mayor intensidad se produjo cuando recitó “The Iniciation”, con esa cueva en la que los hombres reunidos en círculo cantaban ese cántico que tanto la turbó y que la hizo salir en busca de aire fresco. Momentos descritos con precisión, experiencias que transportan.
La última parada del viaje fue Washington D.C. Puede parecer curioso que el viaje acabara allí, pero como ella misma afirmó, muchas de las decisiones que afectan a sus dos anteriores visitas, se toman desde allí. Harvey se sorprendió de las similitudes entre los tres lugares que visitó en su periplo con Seamus Murphy. En todas vio perros y gente mendigando, sitios donde la pobreza era la protagonista. Así que intentó quedarse con esas similitudes, en vez de evitarlas. La parte final del recital acogió sus nuevos poemas, el único momento en el que tuvo que echar un vistazo a sus papeles. A penas una mirada. The Forest es el título de su poemario. La inspiración una granja abandonada y el bosque que la rodea. Y se fue Harvey tras 40 minutos de recital. Volvió al cuarto de hora para firmar su libro pacientemente y con una sonrisa a todos los fans que quisieron esperarse.
Los que vinieron esperando ver a la PJ Harvey que se sube a un escenario para interpretar su música, quizás salieron algo decepcionados. Pero esto es otra cosa. Es poesía, una que no tiene la fiereza de sus directos pero si la esencia de su palabra. Ciertamente, no transmite la misma intensidad, no es lo mismo enfrentarse al público desnuda y con solo la palabra como estandarte que con una banda respaldándole. Démosle un poco de tiempo y sentiremos con su poesía recitada la misma fiereza que su música nos transmite. Échamos en falta quizás alguna imagen de Murphy que ilustrara también sus poemas mientras recitaba. Fuimos a ver a PJ Harvey y la vimos.