La luminosidad de Ela Vin

Ela Vin es el nombre artístico de Esther Vinuesa, la compositora, cantante y multiinstrumentista valenciana ha publicado su nuevo EP, un disco luminoso titulado Caja de mariposas y que compuso en pleno confinamiento. Nos adentramos en las ricas sonoridades de Ela Vin en esta entrevista con la artista.

Retrato de la artista Ela Vin

¿Cómo nace esta aventura musical?, ¿En qué momento Esther Vinuesa se convierte en Ela Vin?

Nace en 2015 aproximadamente, después de haber pasado por varios proyectos que me ayudaron a reconectarme con la música desde un punto mucho más libre y divertido.

Para mí, que tengo una formación clásica, la música estaba ligada al estudio, al sacrifico, a la disciplina y a la auto-exigencia a unos niveles muy altos. Cuando acabé de estudiar en el Conservatorio abandoné casi de inmediato la práctica instrumental. La creatividad nunca fue cultivada. Al menos en mi caso.

Tuvieron que pasar cinco años aproximadamente desde que finalicé mis estudios para volver a reconectarme con la música. Concretamente con el primer instrumento que empecé a tocar de niña, el acordeón, por motivos académicos, ya que me estaba preparando las oposiciones para educación.

A raíz de ahí y casi sin querer, todo lo que había sido mi vida anterior, las horas dedicadas, la pasión y el amor hacia la música, volvieron de una manera relajada y sin querer. Formé parte de varias agrupaciones y pude dar rienda suelta a lo que siempre me había gustado hacer: cantar.

Y una cosa llevó a la otra. Seguía teniendo un alto nivel de exigencia y mis aspiraciones siempre iban más lejos de lo que aquellas agrupaciones podían ofrecer a mi exigencia musical. Así que todas y cada una de ellas se fueron disolviendo o yo dejé de formar parte de ellas, mejor dicho.

Y empecé a componer y fantasear con lo que nunca pensé que fuera capaz de llegar a hacer. Y sucedió y pensé… ¿Por qué no intentarlo? Y me metí en un estudio a grabar canciones sin saber muy bien que es lo que hacía. Eso fue con Solitoria. Hasta hoy.

¿Por qué Caja de mariposas como título del EP? ¿Y por qué un EP y no un LP?

Caja de mariposas alude a la válvula de mariposa o mariposa de admisión de un coche. Tuve una avería en el motor hace casi un año. Llevé el coche al mecánico y me dijo: “Tienes un fallo en el motor porque se te ha roto la caja de mariposas”. Y yo: “¿Cóooomo?“.

Pues cómo lo oyes, sobre 400 euros la broma. En ese momento estaba en el proceso de grabación y me pareció un nombre muy sugerente para el disco, más aún teniendo en cuenta la función de la pieza, que al final resulta bastante fundamental para que el motor funcione en buenas condiciones. Consiste en regular el caudal de aire que entra en el motor en el momento de la combustión del carburante. Yo ya le apliqué toda la imaginación que pude y le otorgué paralelismos casi humanos a la pieza en cuestión. Por otro lado me pareció que el nombre iba a dar mucho juego por lo que aparentemente podía sugerir. Me gusta jugar con la dualidad.

¿Y por qué no un EP? Hoy en día, que todo se rige por la inmediatez y la rapidez en el consumo, casi funciona más el formato single que otra cosa. Un EP me parece un formato como cualquier otro a la hora de publicar canciones. ¿Que más da cuántas publiques? ¿Te hace más o menos artista? ¿Se presupone menos creativo o de calidad un proyecto por sacar un EP? Tenía las canciones y me apetecía sacarlas. ¿Para qué esperar a tener más? Era el momento.

Portada del disco de Ela Vin Caja de mariposas

Xema Fuertes es el productor, ¿por qué lo escogiste a él y qué crees que ha aportado a tu música?

Una visión externa en la producción siempre supone un crecimiento de las canciones, aunque tengas una idea predeterminada en algunos casos. Trabajé con él y con Cayo en el anterior disco para la producción de Tlazohcamati. Quedé muy contenta. En esta ocasión para Caja de Mariposas se hizo cargo Xema por una cuestión de disponibilidad. Me gusta cómo produce. Trata de dar a las canciones lo mejor de ellas mismas respetando su esencia y la creación del artista, potenciando y dando amplitud al universo sonoro que admiten los temas. Creo que esa es la esencia del buen productor y eso es lo que aporta a mi música. Además, en su caso, se cumple una doble cualidad, y es que es un gran guitarrista al que tampoco se le resiste un timple, un charango, un tres… es un musicazo en mayúsculas, al igual que Cayo. De una calidad y un gusto exquisito.

En el disco también colaboran los músicos Cayo Bellveser como has dicho, Alfonso Luna, Andrés Belmonte, Amadeo Moscardó y Txema Mendizabal. ¿Cómo han nacido estas colaboraciones para el proyecto de Ela Vin?

Txema Mendizabal colabora desde Solitoria con el pedal steel. Y desde entonces ya no me ha abandonado. No solo colabora en los discos sino que es músico habitual en mi formación con banda. Cosa que le agradezco infinito, porque además de colaborar con muchísimos músicos tiene su propio proyecto, Mendizabal. Fue él quien me recomendó a Xema y Cayo para producir Tlazohcamati. Quería dar un salto en la producción y tuve la necesidad de cambiar. Él ya había trabajado con ellos en su segundo disco, Disparo Revelador. Había quedado muy contento y pensaba que era un estilo de producción que iba a encajar mucho con mi música. No se equivocó. Y gracias a él, entré en contacto con ellos. Cayo Bellveser actuó de productor en el anterior, pero también como músico tocando el contrabajo y el bajo en ambos. Un bajista elegante de los pies a la cabeza. En esta ocasión no pudo hacer frente a la producción pero sí como músico. La colaboración con Amadeo Moscardó fue muy fortuita. Pasó un día por el estudio. Estábamos grabando “La casa” y Xema le propuso grabar un piano. Así, como quien se sienta a comer pipas en un parque, sin ningún tipo de dificultad y con la espontaneidad y frescura que necesita una bossa, volcó su arte. Maravilloso.

Andrés Belmonte, también para la canción “La casa”, grabó la pista desde su casa. ¡Qué paradoja! Fue una recomendación de Amadeo. La verdad es que había pensado en un instrumento de viento metal, tipo trompetas y trombón, para este tema. Esas son las bondades de un productor, dar con el mejor traje para tu canción, y obviamente una flauta travesera estaba hecha a la medida para esta ocasión. El virtuosismo y la elegancia de Andrés… eso ya fue un regalo inesperado. Alfonso Luna, baterista, y Xema, al igual que Cayo y Amadeo, son amigos arriba y abajo del escenario. Los cuatro son músicos de Alondra Bentley. Cayo, Xema y Alfonso, también de Josh Rouse. Xema vio claramente que necesitábamos un percusionista, además de un baterista, para las canciones. Y llamó a Alfonso. Fue maravilloso ver como cualquier cacharro es susceptible de convertirse en un objeto sonoro digno de ser grabado. No solo tocó la batería, sino un gran set de instrumentos de percusión y los que no, como una escoba sobre un cartón o el sonido de una cadena de bicicleta al girar, pasaron a formar parte de la categoría sin la menor objeción. Superlativa colaboración.

La casa” ha sido el primer single. Una bossa nova que has compuesto con Javi Belda. ¿Háblanos de qué nos cantas en este tema?

Como muy bien dices “La casa” la compusimos Javi y yo durante el confinamiento. Él llevaba tiempo jugando con esa rueda de acordes y me dijo: “Mira, tengo esto”. Y empecé a canturrear una melodía y las palabras casi vinieron solas. Esa noche la canción estaba prácticamente cerrada en cuanto a estructura y letra. Luego ya fuimos poniendo arreglos que grabamos en casa con los medios que teníamos. Le pasó la pista a un primo suyo para que metiera también alguna guitarra y un bajo. Fue muy divertido y sobre todo una manera muy productiva de pasar el tiempo.

Es un tema que habla de cuando dos personas se conocen y de los mecanismos que se activan en ese momento. Pero también del refugio metafórico, que representa ese espacio donde entrar en comunión con otra persona donde solo importa el aquí y el ahora.

Tú música tiene muchas sonoridades latinoamericanas, ¿de dónde vienen estas influencias?

Claramente de la música que me gusta escuchar, de la música que me emociona y me conecta. El primer contacto que tuve con ella fue siendo muy niña con una cinta de casete de Los Indios Tabajaras que llevábamos en el coche y que acompañaban los viajes familiares. He recaído en esto hace poco porque lo más presente siempre fueron The Beatles por mi padre.

En cualquier caso mi mayor o más consciente vínculo con la música latinoamericana se produce hace veinte años aproximadamente con Chavela Vargas. Y se fue extendiendo a toda su geografía y tiempos: Chabuca Granda, Mercedes Sosa, João Gilberto, Los Panchos o Buena Vista Social Club, hasta llegar a Natalia Lafourcade, Julieta Venegas, Carla Morrison, Mon Laferte o Daniel me estás matando, entre tantísimos otros.

Además he viajado bastante por Latinoamérica, eso te conecta más aún con la cultura.

Este disco fue compuesto durante el confinamiento, ¿te afectó mucho a la hora de componer toda la situación que vivimos?

Creo que a nivel general me apagó más que otra cosa. Fue muy duro no tener otro horizonte en el día más que ocupar el tiempo con cosas que hicieran que el tiempo pasara. Las primeras semanas fueron hasta divertidas pensando que era cuestión de días. Eran como unas mini vacaciones para parar y reconectar con una misma. Luego perdió toda gracia y resultó bastante exasperante.

Para la cantidad de horas a disposición me parecen pocas las canciones. Aún así, nacieron algunas. Fueron muy frustrantes y tediosos esos días, la verdad.

El disco es muy luminoso. ¿Refleja quizás un intento de escapar de todo aquello?

Me alegro que así se perciba, la verdad es que ha quedado precioso. Estoy muy orgullosa del resultado final pero no creo ni tan siquiera que pensara en ello en aquel momento.

¿Cómo es tu proceso creativo a la hora de escribir y componer como Ela Vin?

Siempre a partir de la música. Una secuencia armónica me inspira una melodía y la melodía me lleva a la letra. ¿Y de dónde las letras? Generalmente de lo vivido. ¿Es una radiografía literal? Obviamente no. Es lo más parecido al recuerdo, que siempre se encuentra a media distancia de lo que realmente fue vivido y lo que añoramos de ese momento. Es un proceso extraño, bonito, lleno de saudade e introspección al que mejor no tratar de darle mayor explicación por ser un acto muy íntimo y personal en realidad. Perdería toda la gracia.

¿Cómo fue el proceso de grabación? ¿Distó mucho de lo que hiciste en Solitoria, Danzantes o Tlazohcamati?

De Solitoria y Danzantes sí, fundamentalmente por el cambio de productor. De Tlazohcamati está más próximo por ser un trabajo que se hizo en el mismo estudio y con los mismos músicos/productores de base, Xema y Cayo, aunque Cayo no ejerciera de productor con Caja de Mariposas.

Para mí son procesos muy pesados a nivel emocional hasta el punto de pasarlo mal. Generalmente el primer día que entro en el estudio (sobre todo con los dos últimos) llego a mi casa preguntándome el por qué de todo esto, llorando y con una crisis de ansiedad brutal. El nivel de auto-exigencia que tengo es tan elevado, que me hace no disfrutar como me gustaría de los procesos, cosa que es muy triste y frustrante a la vez.

El origen de todo esto tiene muchos nombres; pero hay uno muy importante que se remonta a mis años de Conservatorio. La pérdida de espontaneidad, el cuestionamiento constante en cuanto a los parámetros de calidad, las expectativas y lo que se espera de mí, resulta difícil de gestionar y acaban condicionando. Ser consciente y haber empezado a trabajar en ello me alivia y me permite ser más indulgente y menos severa conmigo misma.

Tras este primer día milagrosamente consigo remontar y acabar el proceso de grabación con mucha más energía y muy contenta con el resultado final.

Las canciones van creciendo poco a poco con arreglos. De modo que de una gran pieza, que es la canción original como es concebida, se le van poniendo complementos hasta dejarla acabada como producto final. Ese es el acto maravilloso y mágico de entrar en el estudio a producir tus canciones con gente que conecta con tu sensibilidad, independientemente de que tu estilo sea afín a los gustos de quien trabaja con ellas.

¿Cuáles son tus planes de futuro? ¿Has presentado ya el disco en directo?

Hablar de planes de futuro es algo que no me gusta. Nunca sabes que va a pasar y generalmente cuanto mayores son las expectativas mayores las frustraciones. Ojalá este trabajo avance un poquito más que los otros y tenga la repercusión que el anterior no pudo tener por la llegada de la pandemia. Me encantaría que lo escuchara mucha gente y poder presentarlo en directo en muchos lugares y en algún festival, claro que sí. Pero estas cosas, para las artistas que no trascendemos como otras/os porque no estamos de “moda”, no somos “tendencia” y porque el número de seguidores y escuchas no te ponen automáticamente en la parrilla de salida… son difíciles. Que pasen cuantas más cosas mejor, que estamos preparados para afrontar cualquier tipo de reto.

De momento el disco está en la fase de promoción. Se presentará en La Salà, Valencia, el 29 de Enero del 2022.

Puedes escuchar el disco de Ela Vin aquí.

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