Boyhood, el momento te atrapa

Boyhood

Boyhood
Richard Linklater, 2014
Con Ellar Coltrane, Patricia Arquette, Ethan Hawke y Lorelei Linklater

A Richard Linklater le gustan los proyectos de larga duración. Todo el mundo lo conoce por su famosa trilogía romántica (Antes del amanecer, Antes del atardecer y Antes del anochecer), en la que seguimos las andaduras románticas de Celine (Julie Delpy) y Jesse (Ethan Hawke) a lo largo y ancho del tiempo y la geografía. A pesar de sus elevadas dosis de almíbar, la trilogía logra cautivarnos, aunque sea a regañadientes.

Este año 2014, Linklater pone fin a otro gran proyecto fílmico: una película que ha ido grabando a lo largo de 12 años. Boyhood (Momentos de una vida) recorre doce años de la vida de una familia, poniendo especial énfasis en el hijo, Mason (Ellar Coltrane).

En su afán de seguir la cotidianidad de la familia de Mason, Boyhood casi parece un documental. Solo que lo que documenta no tiene mayor interés que seguir los ires y venires de una familia estadounidense de clase media. Esto de por sí tiene un atractivo relativo, ya que dicho entorno familiar ya lo hemos consumido en innumerables películas y sitcoms.

boyhood

Boyhood será recordado por mucha gente como “la primera película en grabarse a lo largo de tantos años”, como experimento cinematográfico. Pero para un servidor, tras pasarse tres horas viendo los quehaceres de esta familia (y disfrutarlo), la pregunta es la siguiente: ¿Cuál es el mérito de Boyhood?

No es el hecho de pasarse más de una década acumulando metraje. Tampoco es una trama que sorprenda o fascine especialmente. Ni unos personajes que destaquen por esta o aquella razón. Vale, Patricia Arquette y Ethan Hawke hacen unos papeles muy entrañables, pero eso tampoco. Entonces… ¿cuál es el mérito? La respuesta: la sutileza.

Sí, amigos, la sutileza.

El espectador acompaña a Mason por su proceso de crecimiento, viendo divorcios, discusiones familiares, movidas escolares, amistades que se crean y se rompen. Y, desde su butaca, se convierte sin querer en un pariente más de esa familia, en ese cuñado que no dice nada en las celebraciones familiares. Y desde esa posición, contempla el lento e irremediable devenir de las cosas.

La película parece una ligera metáfora sobre el tiempo y el mero hecho de existir. La vida como un proceso prolongado en el que nos pasan más o menos cosas, tenemos más o menos suerte y nos enfrentamos a los retos con mayor o menor fortuna. Un proceso que puede ser intenso, anodino, emocionante o frustrante según cada caso. Pero, en cualquier caso, un proceso inevitable. No podemos atrapar el momento, sino que el momento nos atrapa a nosotros.

Os invitamos a que os dejéis atrapar. Total, ¿qué son tres horas comparadas con doce años? El equivalente de una sonrisa silenciosa de Mason, más o menos.

 

 

You may also like