ABC del Rock (Parte I)
Milos de Azaola empieza hoy una andadura musical de varios capítulos en los que nos presentará su personal ABC del Rock. Hoy podéis leer la primera entrega de la A a la G. A – Alice In Chains. De todos los grupos grunge que aparecieron en Seattle en los años 90, éste es mi favorito. Andaban sobrados de calidad, aunque no fueran tan famosos como Nirvana o Pearl Jam (pero tampoco eran unos desconocidos). Tenían un sonido más oscuro que sus colegas de Seattle, y sin duda rockeaban más, con la posible excepción de Soundgarden. Su mejor trabajo, Dirt, es un disco lleno de mal rollo, con todas esas letras hablando de muerte y desesperación (vamos, lo típico de la alegre escena grunge), pero es extrañamente hipnótico, con una magia especial. En su disco homónimo se volvieron más sepulcrales todavía, aunque contiene también hermosas canciones como “Heaven Beside You”. A saber qué más maravillas oscuras habrían grabado si su cantante Layne Staley no hubiera muerto de sobredosis. B – Black Sabbath. Sin este grupo no existiría el heavy metal, así de claro. Influyeron a todos los heavies que vinieron después con su sonido duro, su look oscuro y sus letras de temática diabólica, en las antípodas del hippismo que estaba de moda por aquel entonces. Pero a mi modo de ver ninguno de sus discípulos superan a los padres del invento, aunque muchos se les asemejen de forma superficial. ¿A qué se debe entonces ese misterioso nosequé que les hace destacar por encima del resto de heavies? Yo creo que lo que en otros suena a cliché, en ellos resulta auténtico. Para mí que hicieron un pacto con el diablo. El guitarrista zurdo Tony Iommi sufrió un accidente laboral que le dejó una mano tullida, y en su desesperación debió de pedirle a Satanás: “quiero ser el mejor guitarrista de todos los tiempos a pesar de tener la mano hecha una mierda”. Y el diablo le concedió su deseo. Luego está el bueno de Ozzy, que debió de quedar perjudicado de forma permanente en algún aquelarre, pues es bien sabido que en los aquelarres se abusa de todo tipo de sustancias… y en cuanto a Dio, seguramente era un duende salido de alguna oscura arboleda. Fuera coñas, sus cinco primeros discos son la Biblia Negra del Heavy. Por cierto… ¿qué era esa misteriosa mujer de la portada de su debut? ¿Un fantasma? ¿Una vampira? ¿Una bruja? ¿La mujer de Ozzy?
C – Creedence Clearwater Revival. Para mí este grupo representa la quintaesencia de la música americana.
Grupo sencillo de nombre complejo (les aconsejaron acortárselo, pero ni caso), CCR son una coctelera de rock, blues, country, folk, soul y unas cuantas cosas más. Debido a su sonido, en su época muchos creían que eran una banda sureña salida de los pantanos de Luisiana, cuando en realidad eran de la ciudad californiana de Berkeley, famosa entonces por sus protestas estudiantiles. El primer disco que me pillé de ellos fue su famoso Cosmo’s Factory. Por aquel entonces no sabía ni quiénes eran, simplemente me hizo gracia la portada. Luego descubrí al ponerlo que ya me conocía la mitad de las canciones, pues estos tíos siempre estaban sonando en la radio (y en las películas sobre Vietnam, pues por lo visto los soldados americanos les escuchaban bastante). Despertarse con música de este grupo es empezar el día con buen pie.
D – Doors, The. Uno de esos grupos de rock que parece que siempre han estado ahí, cuando la verdad es que antes de ellos nunca se había visto nada igual (ni después, me atrevería a decir). Sacaron su nombre de un verso de “El matrimonio del cielo y el infierno” de William Blake («Si las puertas de la percepción se purificasen cada cosa aparecería al hombre como es, infinita.»). Se nota en sus canciones que Jim Morrison era poeta y que admiraba a Blake, Rimbaud, Baudelaire y unos cuantos literatos más, lo que les distinguía del resto de rockeros de la época, cuyas letras en muchos casos solían ser bastante tópicas. Los Doors tenían muchos registros, pues lo mismo tocaban blues, pop psicodélico, flamenco o música de cabaret. Nunca me canso de escuchar sus discos, en los que siempre hay de todo un poco. Sus canciones tienen una magia especial, difícil de describir. Por desgracia, Oliver Stone hizo mucho daño a la figura de Morrison mostrándole en su taquillera película como un payaso, una imagen bastante alejada de la realidad.
E – Electric Prunes. De la multitud de bandas de garage psicodélico que aparecieron en los Estados Unidos en los años 60, los Electric Prunes fueron una de las mejores y más originales. Capaces de ir más allá de la mera imitación de sus ídolos y crearse un sonido propio (a diferencia de muchas otras bandas de garage), estos californianos se dieron a conocer con “I had too much to dream (last night)”, un diamante en bruto de la psicodelia sixties con las guitarras grabadas al revés. Curiosamente este tema no estaba compuesto por ellos, sino por dos chicas, Annette Tucker y Nancie Mantz, que componían letras para diversas bandas de garage. Su mejor trabajo es Underground, álbum de apropiado título para una banda que siempre fue considerada de serie B y nunca llegó a ser realmente famosa. F – Fairport Convention. El grupo insignia del folk-rock inglés, con la incomparable y malograda Sandy Denny llevando la voz cantante (aunque una de mis canciones favoritas de este grupo es su primer single, “Meet on the Ledge”, en el que Sandy es acompañada por otro cantante que luego se largó). Suelo asociar la música de Fairport Convention con el calor del hogar y los recuerdos de la infancia, pues siempre estaba sonando en casa cuando yo era chico, y además sus discos tienen una atmósfera así como muy hogareña, que te hace pensar en la campiña inglesa, o en su trasunto fantástico, la Comarca de los hobbits (por cierto, Sandy Denny colaboraría con Led Zeppelin en “The Battle of Evermore”, una canción con varias referencias a la obra de Tolkien…). Su mejor trabajo es probablemente Liege and Lief, un disco que parece grabado por trovadores medievales que dispusieran de modernos equipos de grabación para sus baladas. “Tam Lin” es un cuento tradicional de hadas de la región de los Borders de magistral desarrollo, y “Farewell, Farewell” una de las baladas más emotivas y hermosas de Sandy. G – Grand Funk Railroad. Considerados en su día algo así como la respuesta americana a Led Zeppelin (a los que llegaron a intimidar con su poderío escénico en su primera gira por Estados Unidos), para mí Grand Funk fueron mucho más que eso. Como indica su peculiar nombre, eran la mezcla perfecta de “Gran Sonido” (como se llamaba entonces al rock duro) y música negra, y tan arrolladores como un tren, estaban dispuestos a llevarte por toda clase de paisajes sonoros. Lo que más me gusta de su sonido atómico son esos cambios imprevisibles en sus canciones, que suelen evolucionar siempre de forma pasmosa. ¿Y qué decir de esos falsos finales que les caracterizan? Cuando piensas que una canción se está acabando, de repente arrancan de nuevo y te llevan al paroxismo. ¿Canciones multiorgásmicas? En su día eran muy populares, aunque los críticos no les tragaban. Incomprensiblemente para mí, mucha gente les tiene manía y les pone a caer de un burro, y hoy en día están bastante olvidados, a diferencia de Led Zeppelin y otros representantes del Gran Sonido.