Santi Campos, viviendo la música con Cojones
Tras unos años de silencio musical, Santi Campos ha vuelto con Cojones, su nuevo disco en solitario alejado ya de Amigos Imaginarios. Sólo ante el peligro y lanzándose a la aventura abriendo un camino nuevo y arriesgado, sin miedo. En esta entrevista nos lo cuenta.
Ha pasado mucho desde el último disco, ¿qué has estado haciendo durante este tiempo alejado de la música?
He estado alejado del mundo de la música. De la música no se puede estar alejado, si te gusta claro. Seguía yendo a muchos conciertos, tocando en casa, haciendo canciones y cada vez que había una excusa en casa y nos bebíamos cuatro copas, hacía un concierto para mis amigos. Eso no me lo quita nadie, hasta niveles de pesadez. Lo que me cansaba un poco era tener que explicar si molo o no molo y el hecho de emplear mucha energía en algo que me importa mucho y realmente no ver un feedback. Si ves que hay gente que le gusta pero no un feedback correspondiente al esfuerzo realizado. Ya sé que suena un poco egoísta. Es como el típico amigo que te da mucho para luego exigir, que es horrible, pero en realidad yo me sentía así. Y me dije: “Como mis amigos si que quieren escucharme y estoy a gusto con mi vida, en realidad, ¿para qué?”.
¿Y por qué volviste? ¿Lo echabas de menos?
Encontré una veta, un estilo a nivel musical que se salía un poco de lo que había hecho o de lo que tradicionalmente yo y los demás esperaban de mí. Me gustó ese caminito y lo exploté. Entonces me di cuenta que tenía ahí algo que me excitaba y hacía tanto tiempo que no me sentía así, que ni me acuerdo. Creo que estoy como el primer disco de Imaginarios o el primer disco de mi vida, con esa sensación. Y pensé: “Esto lo quiero enseñar”.
¿Y por qué Cojones? Supongo que te lo ha preguntado todo el mundo.
Si y creo que lo he explicado bastante bien en el verkami y facebook. Cojones como celebración de algo, no tiene siquiera el sentido de pataleta ni de gritar, es: “¡Vamos a pasarlo bien, cojones!”. El cuadro de la portada existía ya antes de decidirlo y lo decidí también por eso. Me pareció una buena forma de llamar la atención. Mucha gente de mi entorno me decía que era feo y eso me hizo ver que tenía que ser así porque lo políticamente correcto, aunque yo lo soy mucho, cansa.
Recuperando un poco la naturalidad, ¿no?
Si, todo es tan educado y tan poético que hay veces que mola ser bruto. Me gusta mucho cuando ocurre algo bruto dentro de algo bonito y se mezclan las dos cosas.
¿De qué hablan las canciones de este disco? ¿Has cambiado mucho líricamente?
Yo creo que si. He evitado la autocompasión y que sea un diario de mí, que es algo que he hecho en todos mis discos anteriores. Si quieres saber de mi vida, escucha mis discos. Y en este, de alguna, forma también. Si quieres saber de mí, escucha mi disco y verás que mi vida está tan bien que no hablo de ella. Las letras hablan de cosas que veo, desde luego las historias tienen su punto retorcido, porque sino no tendrían para mi ningún interés. La forma de que no sea plano es que haya historia y para eso tiene que haber momentos tristes para que luego haya tensión dramática. Si que hay una canción que habla de mí, se llama “Lento”, el resto no. Es más bien una actitud actual que una historia. Es autobiográfica, una celebración. Se debería llamar como el título del disco.
Fue uno de los singles. ¿por qué lo escogiste?
Me parecía una cosa muy poco habitual en mí. Las tres canciones que más he enseñado no tienen mucho que ver con lo que he hecho anteriormente. Es lo que quería evitar. Al que le gusta lo que hago, supongo que llegará a esto porque sabe que lo hago siempre con cariño y con mucha dedicación y si no llega pues lo siento, de verdad. Quería enseñar una faceta de mí que no era la habitual, porque sino para eso no sigo, no vuelvo. Para volver a hacer El Invierno Secreto o discos de Malconsejo, pues no. No me apetece. No me gustan los artistas que se repiten. No me gustan nada, de hecho, me he vuelto supertolerante para casi todo pero para eso soy supertalibán. Cuando escucho el tercer disco de alguien que ya tiene su fórmula y vuelve a repetirla…
A la hora de grabar el disco, ¿ha cambiado mucho la forma de hacerlo?
Cada disco lo hemos grabado de una manera distinta y en este la peculiaridad más grande es que no estaba nada ensayado. Fue muy rápido, pero lo maqueté con mucha conciencia. Lo llevé muy claro al estudio, no había ninguna duda de por dónde quería ir. Lo que se trataba era de mejorar eso con unos musicazos que le pusieran su imaginación y su buen hacer. Pero el camino ya estaba hecho y fue cuestión de dos o tres tomas por canción. Incluso hay muchas cosas de la maqueta que se mantuvieron. Grabamos poniéndola en el multipistas, quitábamos las pistas que íbamos a grabar pero el resto se quedaba, incluso la voz de guía. Luego la grabé de nuevo. Pero la idea era mantener el espíritu de la maqueta y para hacerlo estaba la maqueta ahí, los cambios, las estructuras, todo.
Normalmente, ¿no sueles llevar los discos tan preparados al estudio?
Con Imaginarios si. Todos los discos de Imaginarios tienen su maqueta que es casi clavada al disco, en El Maestro de Houdini me gusta más la maqueta que el disco. Lo que pasa es que ahí no me encargaba yo sino Chumi y Sebas. Y en este maqueté todo yo en casa. Igual al principio de mi vida musical si que maquetaba con el cuatro pistas mucho pero desde que he tenido grupos no le he dedicado mucho tiempo a eso. He vuelto un poco al origen. A maquetar en mi casa, dedicarle tiempo a ver que ritmos quería, cosas que ya me había olvidado por rodearme de gente que sabía hacerlo. Por comodidad.
Han colaborado en el disco músicos de la talla de Nacho García, Julián Saldarriaga, Martí Perarnau y Ricky Falkner, ¿por qué los elegiste a ellos y que aportan a tu música?
Sinceramente, fue mi primera opción. Cuando encontré este camino pensé en la persona para cada instrumento. Había un lado muy marciano a nivel sintes en la maqueta que quería acentuar en el disco y me di cuenta que Martí Perarnau era ideal para esto. Las guitarras de la maqueta eran como muy cortantes, no había ninguna rítmica ni solista, eran guitarras en plan Television. Me pareció que Julián era el adecuado. Y Nacho era indudablemente el tío que tenía que tocar la batería porque hay ritmos muy africanos, es un tío que tiene un espectro enorme como batería. Y Ricky porque es una máquina, es el mejor bajista que conozco. Dentro de la gente que conozco, estos son los mejores por algo. Son los más conocidos, tienen mucho prestigio pero lo son por algo.
La banda del directo será diferente de la del disco, ¿no?
Si, son musicazos, la verdad es que tengo mucha suerte. Cuando grababa el disco no me planteaba como iba a ser el directo ni si iba a haber directo. En el momento en que se me planteó, me di cuenta que era imposible repetir con ellos. Además, no quiero trabajar con una banda que aunque son muy buenos no necesitan ensayar, me lo demostraron en el disco. Pero yo necesito una sensación de hermandad, de club, como un vínculo y ahí entra ya, a parte de la calidad, una implicación de tiempo y que sean muy buenos músicos porque sino no me meto. Son David Martínez y Luque que se les conoce por tocar con Maika Makovski al bajo y la batería. J.J. Estremera de los Cosmopolitans, le he metido en un lio porque él es guitarrista y está tocando teclados, está haciendo el papel de las marcianadas. Se ha metido de lleno y lo está haciendo superbien. Y luego Joe Traveller que es un guitarrista muy clásico y que le estamos forzando a serlo menos. Aquí todos nos estamos forzando por hacer cosas no habituales. Yo canto más grave de lo que canto siempre, me ha costado en los primeros ensayos muchísimo. Cada uno con su raza y su estilo, porque no puedes cortarles las alas y los dedos pero, lo que me gusta en esta banda es que estamos forzándonos a hacer algo distinto. Las canciones están empezando a florecer, porque hay una parte instrumental que de repente nos metemos en bucle y lo pasamos pipa.
Las canciones al final son cosas vivas, ¿no?
Totalmente. Además que es lo bonito, a mi me gustaba mantener el espíritu del disco. El lado marciano quiero que esté. De hecho cuando nos vamos mucho a lo que yo no considero marciano ejerzo mi derecho a veto. Pero estamos llegando a otro marcianismo porque son músicos distintos y porque es un directo en vez de ser un disco.
Todo el tema del crowfunding, ¿cómo ha sido la experiencia?
Es agotador. Es la segunda vez que lo hago pero la primera que lo hago solo. La otra vez fue con Amigos Imaginarios. Es muy bueno a nivel promocional, antes de sacar el disco ya estás haciendo ruido. Es bueno saber que hay mucha gente interesada en lo que haces. Lo malo es que no sabes cuanto hay de amistad y cuanto realmente de interés por mi música. Cuando es muy claramente familia o amistad no me gusta tanto. Y además trabajo para que no pase, pero no puedo evitar que la madre de mi novia colabore. Y a ella le gusta lo que hago, ¿eh?. También está el hecho que la gente que le gusta de verdad todavía no les has enseñado el disco. Con un cambio tan radical como este…
Es como un salto de fe, ¿no?
Si pero además avisándolo. Me da un poco de pena el hecho de decepcionar a alguien que se creyera que iba a encontrar algo que no le haya gustado. Y que haya pagado por anticipado por esto.
¿Y da miedo el salto?
No da ningún miedo. Lo que jode, para qué negarlo, es que en todos los saltos hay ganas de coger un público que no tienes. Son muchos años tocando ya, esto no quiero que suene derrotista porque no lo es, no me siento derrotista para nada. Pero la sensación de no salir de un círculo muy especializado es un poco frustrante. Pero me gustaría poder ir a Bilbao y saber que van a ir 200 personas a verme. Que pueda mover la música por ahí, porque a mi lo que realmente me gusta es tocar en directo. Lo que menos me gusta es ir a Córdoba para que vengan dos personas. Eso si que es frustrante porque es mucha energía, no desaprovechada porque esas dos personas lo agradecen mucho, pero demasiada energía. Y en eso si que se nota la edad. Yo ya no tengo esa energía y la que tengo me la guardo para otras cosas, no para recorrer 1000 kms para que me vean tres personas.
Hace cinco años que viniste a vivir a Barcelona, ¿qué te ha aportado la ciudad musicalmente hablando?
Todo, todo lo que es este disco. Quitas lo que se parece a los anteriores y todo lo demás me lo ha dado Barcelona. Me ha hecho mucho más abierto musicalmente. Mucho menos preocupado por la técnica, me rodeo de gente que es suficientemente técnica para no preocuparme por eso. Pero incluso como escuchador estoy menos preocupado por la técnica y más por las ideas y por las desinhibiciones. Me gusta mucho la música que suena desinhibida y no me gusta nada la que se puede etiquetar. Mi sueño sería hacer un disco chulísimo que no se pudiera etiquetar. Y ser lo suficientemente abierto para poder hacerlo y que fuera un mestizaje en el sentido más bonito de la palabra porque yo los mestizajes que veo me parecen como pegotes. Como esas mantas de las abuelas de patchwork. Me gustaría que fuera más difuminado y que no supieras que está sonando un ritmo que es de Kenia, por ejemplo. Por ahí intento ir.
Fechas de la gira:
- 13 mayo – Cal Ninyo- Sant Boi de Llobregat (Barcelona) – Ensayo general con público
- 18 mayo- Sala Sol- Madrid. 22h. 7 € primeras 30 entradas, luego 12-15 €
- 20 mayo – Razz 3- Barcelona (+Xebi SF en solitario) 20:30 h. 7 € las primeras 30 entradas, luego 12-15€
Fotos: Vicente Núñez