La Pointe-Courte, la primera película de Agnès Varda
Estos días se puede ver en Filmin el debut de Angès Varda en la dirección, La Pointe-Courte. Con apenas 26 años, se situó tras la cámara par rodar esta película de bajo presupuesto, que parece mezcla entre documental y ficción y que nos cuenta la historia del barrio pesquero que da nombre al film pero también es la historia de una pareja, él que nació allí y ella de París. Como curiosidad, el montaje es obra de Alain Resnais.
Philippe Noiret y Silvia Monfort protagonizan la película. Una pareja que vive en París, separada durante unos días. Él viaja a su pueblo natal, ella le sigue unos días después. Están en crisis. Como dice uno de los personajes secundarios del film: “Hablan demasiado para ser felices”. Mientras pasean y descubren La Pointe-Courte, y de paso nos lo descubren a nosotros, debaten sobre su amor, su relación, lo que son y lo que quieren ser. Paseando tranquilamente por paisajes pesqueros, entre barcas que esperan salir a pescar, entre redes que se secan al sol, entre barcos a medio acabar en un astillero abandonado donde trabajaba el padre de él. Mientras, el pueblo trata de sobrevivir a pesar de la prohibición de pescar marisco a causa de una bacteria. En esta historia conocemos a sus habitantes y su realidad, su vida, sus miedos, sus miserias y sus alegrías.
Retrato costumbrista, Varda nos hace entrar en las casas de estas gentes que viven como pueden. La Pointe-Courte es un barrio de la población de Sète, donde Agnès Varda llegó como refugiada desde Bélgica con 12 años y tras la gran guerra, entonces se llamaba Arlette Varda. Vivía allí en un barco con el resto de su familia hasta que se fue a París a estudiar en la universidad, así que conocía bien la zona. Entre el dinero de una herencia y con unos bienes que su madre vendió consiguió la mitad del presupuesto para rodar la película, no había estudiado cine, en realidad trabajaba de fotógrafa, pero tuvo la idea de este guion y el deseo de realizarla. El resto lo pusieron los únicos actores profesionales del film, Noiret y Monfort y todos los habitantes de La Pointe-Courte. Nadie cobró por esta película. Varda aprendía a medida que rodaba, con su intuición y su talento natural. Y gracias a este film entró en la historia de cine.
La película se construye intercalando estas dos historias que no tienen nada que ver entre sí, pero que se entremezclan como una sola. En un gran contraste por sus diferencias. Esa historia coral de los pescadores que se interpretan a sí mismos, llena de naturalidad y costumbrismo. Y la historia de esa pareja en crisis, casi teatral, con encuadres poco naturales pero tremendamente efectivos. Una historia que se encierra a sí misma, en las imágenes y las palabras de la pareja que da vueltas por el pueblo pero también en su propia relación. Mientras los habitantes de la localidad viven sus vidas, ellos se pasean hablando. Dos realidades totalmente distintas, ella como una turista, nos descubre por primera vez La Pointe-Courte, con los ojos de alguien que nunca ha vivido allí. El resto de sus habitantes a través de los ojos de Angès Varda, nos la descubren en profundidad, con los ojos de alguien que la conoce bien. Una magnífica manera de introducirse en la filmografía de Agnès Varda y empezar a descubrirla.