Vernon Lee, sobre La voz maligna
A los 24 años Vernon Lee, nombre con el que escribía Violet Paget, publicó un estudio erudito sobre la música italiana del siglo XVIII que fue todo un éxito y que sorprendió a muchos. Eso la convirtió en una experta y referente en el tema, pero también es conocida por su obra literaria y sus relatos fantásticos. Su nombre lo adaptó, por supuesto, cuando publicó su ensayo, temía que no la tomaran en serio por ser mujer.
Vernon Lee nació en Francia en 1856, de padres ingleses viajeros. Su padre murió y su madre volvió a casarse y tuvo otro hijo con su segundo marido, que tampoco se quedó mucho al lado de la familia. Mudándose constantemente, entre Francia, Suiza, Alemania e Italia, Violet y su familia viajaron por toda Europa, asentándose más o menos en Italia: el país que más quería y que más la inspiró a la hora de escribir. En sus viajes conoció a los Singer Sargent y se hizo muy amiga de John, el futuro famoso pintor que la retrató en más de una ocasión, y de su hermana Emily. Matilda, la madre de Violet tuvo una relación complicada con su hija. Adoraba a su único hijo varón, Eugene, por él dejó de lado a su hija. Eugene siempre tuvo una salud delicada hasta el punto de la postración, obligando a madre y hermana a estar constantemente pendientes de él. Curiosamente, cuando Matilda murió, se curó milagrosamente, se fue a vivir a América, se casó y tuvo un hija.
Vernon Lee era una persona inteligente, erudita y complicada. Tuvo grandes amistades como Henry James, al que le dedicó su novela Miss Brown, o H.G. Wells, Bernard Shaw y muchos otros. Con muchas de estas amistades acabó peleada. Vivió la vida a su manera, vestida a la garçon y teniendo relaciones abiertamente con dos mujeres. La primera, la también escritora Mary Robinson, que acabó dejándola y casándose con un hombre. Lee siempre tuvo problemas de ansiedad y la separación de Robinson fue lo que motivó su acercamiento a las historias de fantasmas, historias psicológicas, opresivas en las que los personajes se ven atrapados por fantasmas quizás más reales de lo que ellos y ellas piensan. Historias como las que podemos leer en La voz maligna.
Este libro recoge tres de sus relatos: “La muñeca”, “Amour Dure” y “La voz maligna”. En el primer relato, Lee nos cuenta la historia de un objeto fascinante que llama la atención de una dama viajera, como la propia escritora, que busca antigüedades en todos sus viajes. El segundo es el relato de un joven erudito alemán que viaja a un pueblo italiano para completar un estudio histórico y acaba cayendo en el embrujo de una dama muerta hace un par de siglos. Por último, el tercero, y que da título al libro, nos narra la historia de un músico wagneriano que desprecia a los cantantes y que cae víctima de un hechizo, el de la voz de un castrati asesinado hace años, mientras lo oye cantar en los canales de la bella y decadente Venecia.
Vernon Lee sabe crear ambientes, nos traslada inmediatamente a aquella Italia del siglo XVIII que tanto conocía. A sus gentes, a sus mitos, a su música, a sus lugares, a sus fantasmas. Retrato psicológico de los miedos que nos acechan, la escritora sabe condensar en apenas unas páginas esa angustia existencial que viven sus personajes, extraños en un lugar que admiran pero que no es el suyo. Viajeros atrapados en un recuerdo, un pasado al que admiran, un pasado que les persigue. No cuento más. Os recomiendo que leáis el libro. La edición de la editorial Atalanta además cuenta, al final del libro, con un perfil de la escritora escrito por Menchu Gutiérrez que ayuda a entender un poco más la mentalidad y la vida de Vernon Lee, una mujer que rompió moldes y estereotipos.