‘Japón especulativo. Relatos asombrosos de fantasía y ciencia ficción’

Sí, el título no engaña: nos hallamos ante una compilación de literatura de género, una especie de retorno a aquellos volúmenes (que tanto proliferaron por aquí en los ochenta y los noventa) repletos de futuros preocupantes, máquinas parlantes, hombres estupefactos y planetas inexplorados.

Pero Japón especulativo no es sólo eso: también es un homenaje a la ímproba tarea realizada por los traductores. A los que perseveraron y tendieron puentes entre dos idiomas (el japonés y el inglés), unidos además por la pasión compartida por la novela de anticipación. La gestación de este libro, pues, se remonta a hace casi cuatro décadas…

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A principios de los 70 Judith Merrill (la conocida como “abuela demonio de la ciencia ficción japonesa”) pasa seis meses en la capital nipona, estableciendo un primer grupo de trabajo que, palabra a palabra, emprende la titánica labor de traspasar al idioma más hablado del orbe las historias paridas allí. “De vertical a horizontal” (en referencia a los respectivos sistemas de escritura) se convierte en mantra y remedio; punto de partida de unos profesionales que, sin prisa pero sin pausa, iban logrando su objetivo.

La aventura estuvo plagada de decepciones y parones. Editoriales que se echaron para atrás, popes que pasaron a mejor vida, autores prácticamente intraducibles… el resultado nos llega a España ahora, diez años después de su publicación definitiva y por gentiliza de Satori Ediciones, presentándonos una veintena de relatos y ensayos de desigual interés, aunque con una importancia innegable a la hora de datar la irrupción de este género en Japón y su posterior evolución.

Uno de sus principales artífices (Yano Tetsu, homólogo nipón de la pionera Judith Merrill) relata así el nacimiento de su pasión: “tras la guerra hice recogidas de basura en bases militares de EEUU. Un día me dijeron que quemara un montón de ediciones militares de literatura popular estadounidense, que los soldados habían tirado cuando habían acabado con ellas, y algunas tenían unas portadas tan fantásticas y futuristas que las rescaté”. Yano utilizó aquellos pulps para aprender el idioma y empezar a colocar textos en editoriales interesadas. No sólo eso: el recopilatorio incluye la impactante La leyenda de la nave espacial de papel (1975), un relato entre onírico e irreal centrado de una mujer marginal y su sobresaliente descendencia.

El libro arranca, a manera de prólogo, con Razón colectiva, un ensayo de Shibari Takumi. La temática es la equivalencia hombre-máquina, toda una antesala del ciberpunk, pero también una explicación del modo de ser (y de entender el futuro de la especie) de los japoneses. Takumi profetiza el triunfo de un pensamiento colectivo, mucho más eficiente que el individual, capaz de llevarnos hacia una “computopía, que es probable que sea conducida por los planes de (…) compañías posicionadas en puntos estratégicos dentro y fuera del sistema”. Esto, escrito originalmente en 1971.

La hora de la revolución (1963), de Hirai Kazumasa nos habla de una comunidad artística resistente en un planeta indeterminado, segregados y reivindicados cuando quizás ya todo esté perdido. Un relato escindido y alegórico repleto de guiños a la obra de lord Byron.

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Fauces salvajes (1969), de Komatsu Sakyo, haría las delicias del David Cronenberg más desatado. Nos narra –sin ahorrar detalle escabroso alguno- la paulatina substitución del propio cuerpo por implantes biónicos mucho más prácticos (¡dónde va a parar!). Un “hágaselo usted mismo” lleno de jeringazos, sierras, piernas que sobran y fregaderos atascados de materia orgánica. Impactante.

Hikari (1976), otra pieza clásica de Kono Tensei, nos sitúa en un futuro de ciudades iluminadas frente a hombres oscuros. De familiares que se vuelven especialmente diligentes (y terriblemente callados), auténticas “vainas” que substituyen a quienes creíamos conocer tan bien.

Corto, pero también esencial, resulta El sendero hacia el mar (1970) de Ishikawa Takashi. Un chico que comienza a andar en pos del líquido elemento, sin percatarse de otro tipo de limitaciones resultantes de la atmósfera en la que habita. Todo un personaje Ishikawa Takashi: titulado en literatura francesa, presidente de la Asociación de Escritores de Misterios de Japón y comentarista de carreras de caballos para la televisión.

¿Se convertirá algún día la guerra en un acontecimiento deportivo tutelado –instigado, incluso- por la ONU? Ese es el punto de partida de Otro Prince of Wales (1970), de Toyota Aritsune. La confrontación entre naciones convertida en un ejercicio de recreacionismo vintage: las grandes batallas de la historia vuelven a tener una nueva oportunidad en terrenos de juego (y muerte) ansiados por millones de seguidores.

¿Llegará un día en que podremos reproducir nuestros recuerdos más preciados en tres dimensiones? En La vida de las flores es corta (1967), Fukushima Masami nos lleva al estudio de una artista de ikebana con una habilidad excepcional. Quizás demasiado.

Terrible es la distopía de Tsutsui Yasutaka Mujer de pie (1974). En un futuro no muy lejano, quienes se desmarquen del resto de la sociedad recibirán una terrible condena: ser convertidos en estatuas vivientes, latentes y muertas a un tiempo, “hierba seca que jamás florecerá”. Sus familiares sólo pueden pasar junto a ellas, mostrando tímidos gestos de reconocimiento para no sufrir ellos la misma suerte.

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La caja universo de Reiko (1981) es también un notable relato de alienación y ruptura de la observancia. Kaijo Shinji nos presenta a una ama de casa que descubre que su regalo de boda le permite huir de su cochina realidad hacia –ahí es nada- un genuino universo paralelo. El marido asistirá estupefacto y desbordado a su conversión en exploradora de mundos.

Por último resaltaría Mogera Wogura, una de las historias más recientes en el tiempo (2002), firmada por Kawakami Hiromi. El mogera wogura del título no es más que un topo característico del este asiático, convertido aquí en funcionario y “eliminador” de hombres apáticos. Un blade runner hastiado que miniaturiza especímenes desesperados y les da una segunda oportunidad bajo tierra, a la espera de que quieran volver a la superficie… o fenezcan de una vez por todas.

Así que ya sabéis: de lectura obligada para arqueólogos de la ciencia ficción e incondicionales de la narrativa corta tan especulativa como impactante.

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