Dos años, ocho meses y veintiocho noches. Salman Rushdie

Por una vez voy a hablar de una novedad literaria, y no de un libro descatalogado imposible de encontrar en las librerías, como suele ser mi costumbre últimamente. Salman Rushdie ha regresado a la ficción con su último libro, Dos años, ocho meses y veintiocho noches. Y ha regresado con fuerza, con una novela que mezcla realidad y fantasía de forma desinhibida (Rushdie confiesa que ama el realismo mágico de autores como Gabriel García Márquez; por ahí van los tiros).

 

Salman Rushdie

 

Es un error común entre los medios decir que el nuevo libro de Rushdie está ambientado en el futuro, con lo que muchos periodistas demuestran que ni se han molestado en leérselo. Es más, en la propia contraportada de la traducción española se afirma eso. Pues no, señores. Dos años, ocho meses y veintiocho noches nos habla del mundo presente (otra cosa es que el narrador sea del futuro y cuente la historia como si fuera una leyenda antigua, ojo). El autor de Los versos satánicos demuestra que sigue en forma y que no le teme a fatwa alguna, con una novela explosiva en la que pasa revista a la actualidad y no deja títere con cabeza: los islamistas radicales, los paramilitares ucranianos que derriban aviones, el dictador de Corea del Norte y su ridículo corte de pelo, los políticos corruptos, todos reciben lo suyo en este libro. Rushdie arremete contra todos los males de este mundo, sin perder la sonrisa y haciendo gala de un humor surrealista (Este debe de ser mi libro más gracioso hasta la fecha, dice en una entrevista, y es cierto). Un ejemplo: tiene la teoría de que los terroristas islámicos se inmolan con la esperanza de ir a un paraíso lleno de vírgenes porque son tipos que no se comen un rosco. Salman Rushdie haciendo amigos, como siempre.

La acción de la novela empieza en España, en lo que una vez fue Al-Andalus. El filósofo Ibn Rushd (aquí más conocido como Averroes), desterrado de la corte, conoce en la judería de Lucena a una enigmática mujer llamada Dunia, que resultará ser una yinn, es decir, un genio femenino del mundo islámico, un ser sobrenatural procedente de un mundo contiguo al nuestro. Enamorada del filósofo, la yinn tendrá un montón de hijos suyos, mitad yinn, mitad humanos, fruto de la unión de ambos mundos. El resto de la novela, ambientada en la época actual (insisto), trata sobre sus descendientes.

Tras una tormenta de dimensiones apocalípticas que ha dejado el mundo medio en ruinas (Rushdie también aprovecha para criticar el cambio climático), comienza la Era de la Extrañeza. El llamado mundo real empieza a volverse raro. Un jardinero se pone a levitar. A un dibujante de cómic se le aparece el superhéroe que ha creado. Un bebé marca a los políticos corruptos con llagas en la piel. Un compositor de música lanza rayos mortales por los dedos. Todos tienen algo en común: son descendientes de Averroes y Dunia. Pero estos fenómenos insólitos son sólo el preludio de algo infinitamente peor… Desde su mundo, los yinn oscuros abren un portal y se infiltran en el nuestro, con terribles consecuencias. Encabezando la invasión, están los cuatro Grandes Ifrits, que sólo buscan sojuzgar a los humanos: el hechicero Zabardast, que domina toda clase de magias; Ra’im Bebesangre, padre de todos los vampiros; Rubí Resplandeciente, especializado en posesiones; y el más temible de todos, Zumurrud el Grande, que alberga un odio sin límites hacia los hombres por haber estado la mitad de su existencia encerrado en una botella. La princesa Dunia y su numerosa prole serán los encargados de defender a los humanos de esta invasión, desatándose una guerra de proporciones cósmicas entre las fuerzas de la Luz y la Oscuridad. Una guerra que durará dos años, ocho meses y veintiocho noches (alusión a Las mil y una noches, de las que esta obra no deja de ser un curioso homenaje). Entre otras cosas, Zumurrud se aliará con los talibanes, estableciendo su propio estado en Afganistán, y los yinn de Rubí Resplandeciente poseerán a los fanáticos que asolan Irak. Imaginaos el resto.

El libro está bien, es original, inventivo, divertido y profundo, pero le he encontrado un par de pegas. Me parece muy bien que Rushdie critique los fanatismos religiosos, pero a veces incurre en el mismo maniqueísmo que denuncia, oponiendo razón e irracionalidad como si fueran irreconciliables, y finalmente apostando por la abolición de todas las religiones, demostrando tener una visión un tanto simplista de las cosas. Lo que menos me ha gustado es el epílogo, la única parte del libro ambientada en un futuro lejano, que en mi opinión muestra un panorama desolador: tras la guerra, el mundo de los humanos y el mundo de los yinn quedan definitivamente separados. Mil años después, las diferencias de raza, lugar, lengua y costumbres no dividen a la gente, y los humanos por fin conviven pacíficamente. Se supone que el mundo vive en la era de la razón, pero la humanidad ha tenido que pagar un precio terrible por la paz: la gente ya no sueña (pues los sueños se filtraban en nuestro mundo procedentes del país de los yinn). El libro termina diciendo que la mayoría de las personas son felices, pero que algunos echan de menos los sueños, y por qué no, las pesadillas. Pero para mí la verdadera pesadilla sería un futuro así, en el que la gente ya no pudiera ni soñar. Si para vivir en un mundo en el que reinen la bondad y la tolerancia hay que prescindir de los sueños, vamos listos.

En un momento dado de la novela, Rushdie hace hincapié en que todo lo malvado y monstruoso que hay en los yinn es un reflejo de la parte malvada y monstruosa de los seres humanos, que la batalla contra los yinn es una representación de la batalla que tiene lugar en el corazón humano. Muy cierto. Lo irracional es una parte intrínseca del ser humano, como bien demuestra Rushdie a lo largo de toda la novela. Pero por eso mismo no se puede erradicar de nuestra naturaleza. No se puede meter en una botella, ponerle un tapón y afirmar alegremente que desde ese momento el ser humano es un ser racional. Lo que hay que hacer es aprender a convivir con nuestra parte yinn, no luchar contra ella (como bien ilustra la hermosa historia de amor entre Averroes y Dunia). Precisamente cuando la razón intenta reprimir lo irracional surgen los monstruos. Los que olvidan esa verdad acaban cayendo en los mismos errores que pretenden combatir. Todos somos botellas con un yinn encerrado dentro, luchando por salir.

You may also like