Anthony Jeselnik, el príncipe de la comedia negra
Este lunes tuvimos el placer de ver en directo una figura imprescindible del panorama global de stand-up comedy, que encabeza mi Top 10 de los mejores cómicos actuales. Ni más ni menos que Anthony Jeselnik, de quien ya os hablamos hace unos años.
Un Teatre Borràs lleno hasta la bandera recibió la visita del cómico estadounidense, dentro de su gira Bones And All, con la que lleva dos años recorriendo el mundo.
La encargada de abrir la noche fue la desternillante Kelly Ryan, una cómica que comparte con Anthony la atracción de lo políticamente incorrecto, pero con un estilo diametralmente opuesto. Kelly es una verdadera ametralladora. Cuando todavía estás tratando de asimilar un chiste ya está lanzando el siguiente, es muy espontánea y juega bastante con el público. Un gran descubrimiento. Sin duda, una cómica a tener en cuenta.
Con un público ya preparado para la acción salió a escena Anthony Jeselnik. Con su sempiterna sonrisa socarrona, sus movimientos pausados y su estilo parsimonioso, descargó sin preámbulos su artillería.
El estilo de la particular comedia negra de Anthony Jeselnik se basa principalmente en presentar una historia con un par de frase, crearte unas expectativas de hacia dónde va a ir, y tras unas milésimas de segundo de anticipación, lanzarte una frase final en una dirección opuesta que te rompe. Si a esto le sumamos lo excéntrico, sombrío y oscuro de su persona escénica, tenemos un cóctel explosivo de comedia que no deja indiferente.
Con esa cara de eterno niño travieso, Anthony despliega todo un arsenal de chistes llenos de bilis en los que se convierte en poco menos que el diablo. Y por muy extremo que sea el chiste o intocable la temática, resulta imposible contener la risa. Es un maestro de la palabra. Su estilo tranquilo y sereno y su expresión impávida contrastan marcadamente con el contenido absurdo, incómodo y morboso de sus chistes.
Explicó que actualmente se cumplen veinte años desde que empezó en esto del stand-up comedy, y compartió algunas anécdotas muy divertidas sobre sus orígenes, como el primer chiste de su carrera o los entresijos del roast a Mike Tyson que supuso su salto al estrellato. También fue muy entrañable su historia con el difunto Norm Macdonald, al que Anthony considera uno de sus ídolos.
Todo lo que hizo fue material nuevo, es decir que no lo había visto en ninguno de sus especiales. Anthony dijo hace un año en su podcast que este material acabaría apareciendo en un especial, probablemente de Netflix.
Durante el show, hizo chistes sobre las mujeres embarazadas, sobre los niños, sobre su familia y sobre la política de su país, entre otras cosas. También bromeó sobre Barcelona y su reputación como la capital mundial del robo de relojes, y sobre el teatro en el que actuaba, diciendo que no sabía qué tipo de actuaciones se hacían allí… pero que seguramente había marionetas. Hacia el final del show, prometió volver a Barcelona, pero esta vez “en un teatro de verdad”. Un broche de oro para una noche delirante.