La condesa Drácula

Aprovechando el tirón del éxito de sus películas sobre Drácula en los años sesenta y setenta, la Hammer adaptó la historia de la condesa Elizabeth Báthory a la gran pantalla. La tituló La condesa Drácula. Aunque si bien es cierto que se afirma que Vlad Tepes, el personaje real que inspiró a Bram Stoker a escribir Drácula, era antepasado suyo, no hay relación vampírica entre ambos. Aunque los dos disfrutaban de un sadismo inusitado.

La película que dirigió en 1971 Peter Sasdy está protagonizada por la gran Ingrid Pitt como la condesa Elizabeth Nádasdy (el apellido es el de su marido, aunque en la realidad él adoptó el de ella, ya que la familia de ella era de más rancio abolengo), Nigel Green como el Capitán Dobi, su fiel seguidor y enamorado y Sandor Elès como el joven Imre Toth, del cual se enamorará la condesa. 

En La condesa Drácula, el conde acaba de fallecer, dejando a su mujer viuda. Una mujer de una cierta edad a la que el Capitán Dobi siempre le ha profesado su amor. Por fin serán libres para estar juntos, piensa él. Craso error, la condesa tiene sus propios planes.

La condesa real vivió largas temporadas sola en el castillo mientras su marido guerreaba y no tuvieron su primer hijo hasta diez años después de casados. Cuando él murió ella tenía 44 años. En la película parece que tiene 80. Para el entierro y la lectura del testamento llega al castillo el joven Imre Toth, hijo de un buen amigo del conde, al que le lega sus caballerizas y los caballos que contiene.

Durante uno de sus acicalamientos personales, a la condesa le cae sangre de una doncella en la cara y ve como repentinamente su ajada piel maltratada por el tiempo y la edad, se alisa y se vuelve joven. Aquí es cuando comienza la sangrienta historia de la condesa. La sangre de las jovencitas de su alrededor le servirá para rejuvenecer y hacerse pasar por su hija para así enamorar al apuesto Imre. Y cada vez que vuelve a envejecer se vuelve más fea y decrépita así que está bastante desesperada. 

Evidentemente, la película se toma bastantes licencias en la historia de la condesa sangrienta, como se la llamaba entonces. Una mujer poderosa que acabó condenada por brujería y el asesinato de más de 600 personas. El film de Sasdy se centra más en el enamoramiento de la protagonista de Imre y todo lo que la condesa es capaz de hacer para ser joven y retenerlo. Incluido, intentar deshacerse de su propia hija y hacerse pasar por ella. Algo que en la realidad nunca pasó. Ignorando por completo las luchas de poder que implicaron a la condesa o su sadismo desatado, según los documentos de la época, aunque siendo mujer y con poder, quién nos dice que no se terjivesaron para quitarla de enmedio. Aunque, también puedo ser todo lo sádica que según se cuenta, fue.

No es precisamente lo mejor de la Hammer. La explotación sexual de los personajes femeninos se deja notar, incluso cuando son las protagonistas. Justo unas horas antes había vuelto a ver Drácula, Príncipe de las tinieblas y pensaba en lo muy tapado que va Christopher Lee y el sugerentísimo vaporoso vestido con escotazo que pasa a llevar la prudente y recatada Barbara Shelley una vez convertida en vampira. Pero en La condesa Drácula suben un nivel y hay mucho pezón suelto e incluso un desnudo de la propia Pitt envuelta en sangre. Y varias escenas con un negligé azul con un escotazo de vértigo, muy poco propio del siglo XVII, época en la que está ambientada la historia. 

Las escenas de transformación de joven a vieja de nuevo, cuando Pitt huye despavorida para que no la descubran, son un poco de vergüenza ajena, ciertamente. Y el guion hace bastantes aguas por decirlo finamente. Por si tenéis curiosidad y no la habéis visto o queréis revisitarla después de muchos años, como he hecho yo, está disponible en Filmin

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