Hace tanto tiempo que sigo y admiro a Trevor Noah que no sé por qué no había hablado aquí de él hasta ahora. Para quien no lo conozca, Trevor Noah es un humorista nacido en Johannesburgo en 1984. Yo lo descubrí hace unos años como monologuista.
Los monólogos de Noah, sin ser tan desternillantes como los del canadiense Russell Peters (con quien comparte ciertos registros y con quien tuvo un conflicto por el supuesto robo de chistes; ver aquí), tienen muy buenos momentos. Sobre todo en sus devaneos sobre el racismo, los tópicos raciales, la guerra o los conflictos internacionales.
Sin embargo, donde Trevor Noah empezó a brillar con luz propia fue en el The Daily Show. En el 2015, Noah sucedió a Jon Stewart a los mandos de este talk show satírico, especializado en el comentario crítico de noticias de actualidad y figuras políticas.
The Daily Show with Trevor Noah no es apto para amantes de Donald Trump, el racismo, la intolerancia, la ignorancia y el fascismo en general. A Noah le encanta imitar a Trump. Y al menos en un país como EE UU, en una cadena de televisión se puede hacer constantemente una crítica descarnada e hilarante del presidente sin que rueden cabezas. No es exactamente la libertad de expresión con la que contamos por aquí.
Trevor Noah tiene una sensibilidad especial para hablar de temas muy serios (como la brutalidad policial en EE UU contra la población negra) y conseguir que el resultado sea divertido. Y es gracioso porque lo hace desde la empatía y la identificación, y porque logra darle crear una crítica inteligente.
Además, escuchándole podrás practicar inglés mientras escuchas una voz genuina, crítica y divertida. ¿Quién da más?
Cuando ya estés enganchado, no te pierdas el libro Born a crime (publicado por Blackie Books como Prohibido nacer). Te dejo con un extracto del Daily Show para que te hadas una idea de qué pie calza el chiquillo.