Mr. Turner
2014
Director: Mike Leigh
Intérpretes: Timothy Spall, Paul Jesson, Dorothy Atkinson
Los biopics de artistas son un género difícil. Captar en cine la magia y la sutileza de la creación no es tarea fácil. Hay algunas excepciones (Pollock, Basquiat, Bacon), pero en general los resultados son regulares. Muy a mi pesar, Mr. Turner no es una excepación.
Hay que reconocer que es una película hecha con pasión. Mike Leigh llevaba casi dos décadas soñando con este biopic junto con Dick Pope, su director de fotografía. Y está claro que han conseguido una película bella, con colores preciosos y una textura finísima. Además, la interpretación de Timothy Spall es impecable. Logra conquistarnos con sus entrañables gruñidos, sus estrafalarias expresiones faciales y sus miradas intensas.
Entonces… ¿qué es lo que falla? Pues que le falta grandeza.
Vemos la vida de Joseph Mallord William Turner (1775-1851), el pintor más grande, brillante y prolífico de la historia de Gran Bretaña, pero nos quedamos con sus pequeños momentos, con la rutina diaria, con sus relaciones con el entorno. Todo esto está muy bien, de verdad, pero… ¿y la grandeza?
William Turner revolucionó la pintura de su época creando un estilo que se fue alejando paulatinamente del realismo imperante. Y se alejó tanto, que creó un universo de texturas esponjosas y colores sublimes que de alguna manera prefiguraban la aparición del arte abstracto.
En cambio, nos centramos en el carácter y en la rutina de este adorable cascarrabias. Lo cual sería fantástico si nos arrastrara al imperio de los sentidos de Turner. Pero no. Mr. Turner se limita al costumbrismo, a la documentación de sus desplazamientos y de sus particulares relaciones amorosas. Y no lo hace mal, pero… ¿qué queréis que os diga? Siendo considerado el mayor pintor de Inglaterra y habiendo dejado una colección de 300 lienzos y más de 20.000 dibujos, ¿de verdad tenemos que pasar tiempo viendo las penurias afectivas de su criada?
Es posible que a los artistas y aficionados al arte les resultare interesante ver algunos procedimientos y prácticas de Turner. Eso no lo niego. Pero por otro lado, al acabar la película, más de uno se quedará con un interrogante. ¿Dónde está el sol? ¿Dónde está lo sublime?