Reconozco que mis primeros acercamientos a Petros Márkaris y su comisario Jaritos no fueron precisamente un amor a primera vista. Me costó entrar en su mundo, quizás porque cuando lo leo me imagino esa Atenas que describe tal y como la viví cuando la visité. Tengo que reconocer también que Atenas es de lejos la ciudad que menos me ha gustado del mundo junto a Budapest. Es una ciudad fea, sucia, la gente grita mucho, es antipática y hasta borde. Lo único que merece la pena es el Partenón y el barrio que está a sus alrededores, el resto es totalmente prescindible. Más después de haber visitado Egipto, las cuatro piedras mal puestas atenienses se quedan en nada. Lo único bueno fue la estupenda compañía, no hay nada como viajar con una de tus mejores amigas para que una ciudad horrible no te arruine el viaje.
La novela negra es para el verano. Bueno en realidad, la novela negra es para todo el año. Yo la consumo como una adicta día si y día también pero en verano creo que es la época propicia para los asesinatos y las investigaciones policiales. Y no estoy hablando de morbo asesino ni nada por el estilo. Pero creo que el calor infernal casa a la perfección con la novela negra y este año Jaritos está siendo el protagonista de momento. Cuando paso página mientras leo las andanzas de Jaritos me lo imagino allí, con esos atascos mastodónticos que hacen que recorrer dos calles te lleve tres horas. Me descubre nuevas cosas sobre Atenas que no hacen más que convencerme que la ciudad no me gusta. La verdad es que en eso Márkaris lo retrata a la perfección. Jaritos es un comisario peculiar, sus relaciones con su mujer Adrianí son un toma y daca continuo, se le cae la baba con su hija que estudia para abogada, lee sus diccionarios con gran pasión y lidia con su jefe Guikas mientras hace lo que le dicta el corazón aunque por ello pierda points ante él. Jaritos es de esos comisarios que me gustan, precisamente por esto último, porque hace lo que cree correcto a pesar de que por ello le puede caer el gran puro del siglo. Al principio, cuando leo sus libros, me resisto pero la prosa de Márkaris consigue atraparme y gran parte de la culpa de ello la tiene Kostas Jaritos. Pero Jaritos no sería Jaritos sin su insoportable mujer Adrianí, es tan odiosa que no sé porque la aguanta, pero en el fondo creo que no podría vivir sin sus gilipolleces y su afición a las series de policía que no se parecen nada a la realidad de su marido y que hace que a Jaritos se le indigeste la comida. Igual que Jaritos encontró la horma de su zapato en su jefe Guikas, de esos que estuvo haciendo un curso en Quantico del FBI y ahora se cree que es el rey del mambo. Y una de las cosas que más me gusta es su relación con Zisis, durante la dictadura uno de los prisioneros comunistas a los que la policía torturó constantemente. Ahora son algo parecido a amigos y suele ser una de sus fuentes secretas y más fiables de información. Tienen una relación extraña, Zisis la describe así: “Sois el fondo. He tocado fondo y nos hemos encontrado”.
En Noticias de la noche, la prensa es una de las protagonistas. Y claro, no sólo no quedamos bien parados sino que algún que otro periodista acaba muerto de una forma bastante espantosa. A lo mejor por eso me ha gustado este libro. En la trama, una pareja de albaneses es asesinada y la cosa se complica cuando un miembro de la prensa aparece asesinada tras darle información sobre el asesinato que apunta en una dirección totalmente diferente a la que el comisario Jaritos se imaginaba. No hay nada como que a Jaritos se le ponga la mosca detrás de la oreja para que empiece a husmear y cuando Jaritos se pone a husmear no hay quien lo pare, cueste lo que cueste. No cuento más para no desvelar la trama, pero aunque no me guste Atenas, quiero leer más y descubrir hacia donde va Jaritos.