El D’A Film Festival Barcelona arranca en apenas una semana su edición más tumultuaria: del 26 de abril y hasta el 6 de mayo, un centenar de propuestas que responderán a tu pregunta cinéfila recurrente “¿qué fue de aquél director de cine que tanto me gustaba y del que jamás veré nada estrenado en este país?”. Aquí tienes la respuesta: o está muerto, o haciendo series para Netflix o… o en la parrilla del D’A (bicho rezagado, aquí puedes consultar la programación: https://dafilmfestival.com/es/peliculas/).
Y acá hago públicos mis planes, no tengo muy claro si para animarte a que te sumes a ellos (si te cuadran las fechas, los títulos, las filias y eso) o para darte ojeriza (¿que estás acreditado para el festival de Cannes? ¡No cambies de tema!). 13 intenciones, en plan año nuevo:
1.- Dejarme influenciar (todavía más) por gente a la que apenas conozco y que a partir de ese día pasaré a odiar cordialmente. Ocurre de repente y sin previo aviso: un comentario en la cola, un whatsapp eufórico, un artículo ajeno. Y caes, porque eres así: previsible, decadente, urbanita. “¿Y si me he equivocado de sesión? ¿Y si la mejor la dan allá? ¿Llego? ¿Qué me he tomado entre la segunda y la tercera que me ha sentado como un tiro?”.
2.- Mecerme al ritmo de los homenajes cinéfilos de Guy Maddin. En formato corto (Accidence) o largo (The Green Fog), este año nuestro canadiense mudito parece que se ha encaprichado del universo de Hitchcock. Así que tocan moños espirales, retroproyecciones, sequoias y fetichismos. Ah, y niebla. Mucha niebla.
3.- Reencontrarme con los de siempre (más otras tantas docenas de caras nuevas). A este y al otro lado de la pantalla, porque tras ocho ediciones el D’A nos permitirá ver lo último de viejos conocidos del festival: Andrew Haigh, Hong Sang-soo, Denis Côté, Philippe Garrel, Sharunas Bartas, Andrea Pallaoro, Pere Vilà, Ramón Lluís Bande, Alejo Levis, Marc Ferrer… un eterno retorno que también vive sus momentos de esplendor en los cafés y terrazas de los alrededores de los cines: gentecilla con la que reír, rabiar y ponerse al día.
4.- Comprobar si Paul Shrader sigue tan mal de lo suyo, máxime teniendo en cuenta que en esta última (First Reformed, 2017) vuelven a salir católicos en crisis (todo un pleonasmo). Un director terriblemente irregular y terriblemente añorado: dos décadas han pasado ya desde su última película notable, la perturbadora Affliction (1997).
5.- Celebrar mis bodas de plata con Isabelle Huppert (esto es una cosa que tengo yo con esta señora, no tengo por qué explicároslo). Pero el caso es que la mejor actriz de cine viva (toma ya) estará presente por partida doble: Madame Hyde (Serge Bozon, 2017) y La cámara de Claire (Hong Sang-soo, 2017). No hay más preguntas, señoría.
6.- Descubrir el cine de Nobuhiro Suwa. Media docena de largometrajes conforman la filmografía de este director nacido en Hiroshima, que nos traerá (in person!) su última realización: El león duerme esta noche (2017), protagonizada por esa “joven” promesa del cine europeo llamada… Jean-Pierre Léaud.
7.- Viajar. Me daré una vuelta por la taiga siberiana (Braguino, Clément Cogitore (2017), por el Bucarest ravalero (Soldatii. Poveste din Ferentari, Ivana Mladenovic (2017), por el París de esta Edad del Miedo (Cléo & Paul, Stéphane Demoustier, 2017), por el Irán de los directores lúcidos y críticos (A man of integrity, Mohammad Rasoulof (2017)), el Nueva York de los auto-expatriados (Nadie nos mira, Julia Solomonoff (2017)) y una Islandia plagada de corazones rotos (Grímsey, Richard García, Raúl Portero (2017). Sin necesidad de renovar pasaporte o ser violentado en ningún check point.
8.- Ver primeras películas de quienes ya deberían de llevar mucho tiempo filmando. Ganazas de Ver a una mujer (Mònica Rovira, 2017), Con el viento (Meritxell Colell, 2017) o la nueva muestra de vitalidad gallega, Dhogs (Andrés Goteira, 2017), dirigidas por gente para la que los ochenta no es el territorio de la nostalgia, sino la década de su nacimiento.
9.- Ver más cine español. Que sí, que siempre lo digo y luego me dejo arrastrar por los hypes exóticos. Pero ardo de curiosidad por lo último de Pere Vilà (El vent és aixó, codirigida con los chavales de un instituto de educación secundaria), uno de esos proyectos de media vida que por fin ve la luz (I hate New York, Gustavo Sánchez (2018)) o las Trinta Lumes de la montadora Diana Toucedo. ¡Ah! Y sin olvidar la clausura a cuenta de Ana de día (Andrea Jaurrieta, 2017), interpretada por esa musa total llamada Ingrid García-Jonsson.
10.- Ver qué tienen que decir los tailandeses (una vez más) sobre la muerte. Concretamente Nawapol Thamrongrattanarit en Die Tomorrow (2017), un recorrido por la sección de necrológicas convertida en “últimas voluntades” de quienes se fueron de manera inopinada o previsible.
11.- El único anime del festival no es un anime cualquiera. Se trata de la última película del director de Mind Game (madre mía, pronto hará de eso 15 años): Night is Short, Walk on Girl (2017). Habrá que fichar, con o sin el pelo teñido.
12.- Sediento de parábolas que me ayuden a entender esta Europa cada vez más maximalista, volveré a territorio mítico con el Western de Valeska Grisebach. Porque me habéis hablado todos muy bien de ella y como ha quedado claro (véase punto 1), soy maleable.
13.- …y comprobar, por último, si lo de Good Time (Benny Safdie, Josh Safdie) era para tanto. Será el 1 de mayo a las 20.30h en la sala grande del Aribau Club. Así que apagad un rato la tele y vedla como sólo la vieron unos cuántos privilegiados: en pantalla grande. Sí, no os asustéis: gente y oscuridad. Lo que venía siendo… ¿el cine?