Este año en el D’A hemos podido disfrutar de la visión que tienen de las parejas y los triángulos amorosos un padre y un hijo. El aclamado director francés Philippe Garrel presentaba L’Ombre Des Femmes mientras su hijo Louis Garrel hacía lo propio con Les Deux Amis. Dos visiones y dos generaciones, totalmente diferentes, reflejadas en pantalla. La de un director curtido y la de un director novel. La de un matrimonio que hace aguas junto a la de unos jóvenes que viven la pasión con una intensidad arrolladora.
L’Ombre Des Femmes cuenta la historia de Pierre y Manon, un matrimonio en apariencia feliz que ve como se diluye en la sombra de la rutina y la cotidianidad. Garrel es un experto en describir el desengaño y la derrota. Su pareja protagonista vive bajo mínimos incluso su amor. Tanto, que al final desaparece en un torrente de mentiras y engaños. Dos seres que se vuelven grises con el paso del tiempo y que pasan de amarse a odiarse y viceversa. ¿Es posible el perdón? Elisabeth es el elemento discordante, la joven que se enamora de Pierre. Pero él es un cabrón, para qué negarlo, él mismo lo reconoce. Y como tal se comporta. La melancolía, la nostalgia y la tristeza rodean a estos personajes que hasta cuando son felices parecen sufrir. Las mentiras rodean su vida y lo hacen construyendo puentes que en vez de unirles, les separan de lo que más desean. Deseo, pasión, tristeza retratada en blanco y negro y en la mirada vidriosa de una Manon desesperada que se deja arrastrar (excelente Clotilde Courau) y el semblante aburrido y austero de un Pierre (Stanislas Merhar) que no sabe en realidad qué demonios quiere.
Por el contrario, Les Deux Amis es una historia alegre, divertida con toques de tristeza y melancolía, pero que exuda juventud y vida en cada fotograma. Sorprende que un actor cuya mirada parece siempre seria e incluso sombría haya podido hacer una película tan fresca y diáfana. Louis Garrel ha decidido seguir los pasos de su padre y lanzarse a la dirección y, tras tres cortos, presentar su primer largo. Un debut sorprendente que narra la historia de los dos amigos del título, Clément (un divertido Vincent Macaigne) y Abel (el siempre circunspecto Louis Garrel). Ambos vivirán una noche que probablemente cambiará sus vidas cuando la joven Mona (la sorprendente Golshifteh Farahani) se cruce en su camino. Ella esconde un secreto inconfesable que hará de su encuentro un torrente de emociones. Ellos redescubrirán de nuevo su amistad paseando por las calles de París, dejándose llevar por el momento, dejándose seducir por la pasión y la libertad de sentir que aún tienes toda una vida por delante, cuando vives las cosas con tanta intensidad que duelen, porque la vida aún no te ha arrasado, porque sabe diferente, porque es emocionante. Tres personajes que crecen juntos, viven juntos y sienten juntos por unas horas, creando un vínculo más allá de convencionalismos. Un vínculo tan fuerte como la amistad.
En el fondo, ambos nos hablan de lo mismo. Padre e hijo, de la soledad, de dónde encuentras el apoyo para sobrevivir al día a día, de los vínculos que los seres humanos establecen para seguir viviendo a pesar de todo. Ambos lo cuentan además con el saber hacer de alguien que por un lado tiene toda una carrera tras sus espaldas y del que por el otro, empieza a dar sus primeros pasos, pero que en ambos casos, se saben tocados por la varita del talento.