Esta es la historia de ‘El Mar’, el último trabajo de esta cantautora de Chicago, a caballo entre el rock y el flamenco, que tan buenas críticas ha recibido este pasado año 2014.
Tori Sparks cogió un tren dirección Granada en febrero de 2012 que le cambió la vida. “Piqué a la puerta de una escuela de flamenco y le pregunté si me
podían hacer una audición en privado para entrar”, cuenta esta artista de nariz prominente, larga melena rubia y dientes nacarados. Finalmente volvió en verano para recibir lecciones de canto y guitarra. “Yo solía tomar cinco clases en un día y no una como los demás. De vez en cuando, si tenía tiempo libre, paseaba, leía y asistía a conciertos de mis profesores”, narra Sparks, que picotea un par de galletas a la vez que habla. Tiene un concierto en pocas horas y su agenda de hoy le impide cenar. Así es su día a día. Ella misma es su manager. Siempre lo ha sido.
Empezó a los diecisiete años tocando en open mics (sesiones de música abierta al público). “Estaba bastante nerviosa. Temblaba y todo”, confiesa la cantante al recordar sus primero pasos en la música. Poco después le ofrecieron tocar en el Café Black Dog de Tallahassee por 50 dólares la noche. Ella aceptó ipso facto. En ese momento Tori estudiaba teatro y empresariales y no se había planteado nunca que la música se pudiera convertir en un trabajo. Un año después grabó cuatro canciones y de inmediato una discográfica de Nashville contactó con ella para ficharla. Resultaron ser unos “ladrones”, pero la agridulce experiencia no le impidió seguir su camino.
Según cuenta Eduardo Izquierdo en su crítica publicada en Efe Eme este último disco, bilingüe (inglés y castellano), es “el definitivo, el que le hará un nombre en la música de este país”. Le preguntamos a Sparks si piensa lo mismo. Ésta rehúye contestar tajante: “Creo que he tenido más suerte en España porque soy de fuera. Aquí te prestan más atención si la propuesta es algo más exótica. En mi caso una chica intentando cantar flamenco”. Y muy bien acompañada. Un concierto benéfico en 2012 conectó a la artista americana con el veterano conjunto de flamenco fusión Calamento, con los que ha grabado ‘El Mar’ al mando del reconocido técnico de sonido César J. de Cisneros*.
El arte de fusionar y ganar
“La idea era fusionar el flamenco con mis raíces”, explica la cantautora muy convencida de sí misma. “¿Qué tiene el flamenco que no tenga otro género?”, le preguntó. “Me ha fascinado mucho por el sentimiento que transmite, los ritmos, la armonía y las melodías. No creo que se aleje mucho del blues o del jazz”, contesta entusiasmada esta artista con sello propio. Esto es una advertencia -más laxa eso sí- para todos aquellos puristas ortodoxos que ya se asustaron en su momento con La leyenda del tiempo de Camarón o el Omega de Enrique Morente.
Un disco espontáneo en el que cada rasgueo de guitarra casa perfectamente con la dulce voz de Tori y los ‘quejíos’ espontáneos que aparecen en algunos de los temas. Según cuenta Sparks la gente en Estados Unidos está “más acostumbrada” a la fusión que en Europa. Por eso mismo para ella incorporar a su repertorio elementos del flamenco o del country no le supone ningún inconveniente, por ejemplo. Esto sumado al talento de la cantautor y sus músicos (Calamento, Francisco Guisado “El Rubio” y Joaquín Gómez “El Duende”), que han sabido guiarla a la hora de escoger versiones, y el oído de Cisneros ha hecho de este quinto largo un disco delicioso. Algunas de las canciones que mejor representan el proyecto son “Everybody Knows” de Leonard Cohen o “Verde”, una adaptación de un poema de Lorca que Ketama musicalizó por primera vez.
La cantante estadounidense, que empezó tocando folk rock, le avala actualmente una larga carrera: una demo, cinco cedés y una media de 200 conciertos al año. Todo bajo una misma premisa, la del “do it yourself”. Al llegar el final de la entrevista Tori se sincera: “Mucha gente no lo ha entendido y seguramente algunos se pregunten por qué una chica blanca, una paya americana, quiere ser flamenca”. A algunos nos basta con darle al play.
*César J. de Cisneros ha sido premiado con un Grammy latino por la producción de ‘Techarí’, el tercer elepé de Ojos de Brujo.