Hoy queremos hablar de un proyecto musical de formación reciente pero cuyos miembros tienen un largo recorrido en la escena underground del metal (han formado parte de bandas como Asgaroth, The Heretic, Nexus 6 o Dejadeath). Se trata de TodoMal, un dúo que practica una música oscura, densa, lenta y solemne, que te traslada a parajes que no son de este mundo.
El pasado mes de noviembre publicaron su álbum de debut, Ultracrepidarian, que puedes conseguir en CD, en vinilo blanco o negro, y en soporte digital en TheVinylDivision.
TodoMal tienen un universo propio, que alimenta un estilo muy personal. En su música hay riffs doom metal, pero también hay atmósfera, coros evocadores, texturas riquísimas y mucho más. Y para profundizar en su mundo, nos han concedido una entrevista. Con todos vosotros, TodoMal.
¿Qué bandas o músicos os han influenciado más?
Es difícil nombrarlos. Todo lo que oyes te influye de una forma u otra. No necesariamente acaba plasmándose de forma evidente en lo que haces, pero a veces es el impulso que tira del hilo. Y eso puede ser musical o no. A veces es una cuestión de actitud, una declaración de intenciones o un manifiesto artístico, tal cual.
¿Cuál es vuestra banda actual preferida y por qué?
Tenemos tantas bandas favoritas y a la vez ninguna, que es imposible contestar. Puedes dar un repaso por la historia del rock hasta nuestros días y siempre habrá cosas que nos gusten o nos inspiren como grupo; desde la excentricidad primigenia de Decoryah a la profundidad espiritual de Dead Can Dance, o la intensidad de Killing Joke.
¿Hacia dónde va vuestra música?
Nuestra música va hacia donde nuestra intuición nos lleve. Es un proceso más emocional que cerebral. Ahora mismo estamos dando el siguiente paso en este pequeño viaje que acabamos de comenzar. Metiéndonos la segunda piedra en el zapato, por así decir.
¿De dónde surgió la idea de llamaros TodoMal?
Hay varias razones. De entrada, el nombre es mucho más serio de lo que la gente percibe, al menos en España. Viene dado del final de las oraciones “…y líbranos de todo mal…”; ese conjunto de tragedias que nos acechan a la vuelta de cada esquina. Un poco lo que nos hace ponernos bajo el paraguas protector de una creencia o fe; el miedo a la desgracia. Con ese ligero cambio de perspectiva, el nombre toma un significado totalmente distinto, bastante más dramático. Lo interesante del nombre es que, además de esa vertiente siniestra, tiene ese twist patético, un poco berlangiano, de humor negro. Tampoco nos sentíamos muy cómodos con algunos arquetipos del género y quisimos reivindicar un nombre en español, una declaración de independencia, si te parece. Además, hay temas que se desarrollan en un sentido cuasi litúrgico; bien por las texturas vocales o por el uso del órgano, por ejemplo (o el artwork, sin ir más lejos), así que nos pareció el nombre perfecto para nosotros a muchos niveles.
Este proyecto empezó en 2020. ¿Fue debido al confinamiento?
Parcialmente. Como es obvio, el año pasado pasamos bastante tiempo en casa y fue una forma de concentrarte en algo creativo, aunque llevábamos bastante tiempo detrás de hacer un proyecto en esta línea y, de hecho, hace unos años llegamos a grabar algunas demos. En cualquier caso, ese proyecto no terminó de asentarse, pero esa inquietud siempre estuvo ahí, latente, con lo cual el año pasado fue el momento perfecto para desarrollarlo. Muchas veces no puedes dedicar el tiempo suficiente a tus proyectos por falta de tiempo, y en el 2020 se abrió un paréntesis ideal para ello. Así que empezamos a componer y a poner cosas en común durante esos meses. Podríamos decir que, en vez de “debido al confinamiento” fue “a pesar del confinamiento”.
Escuchando vuestro disco, pienso en doom metal, pero también en stoner, space rock o incluso post rock. Cuando alguien os pregunta qué música hacéis, ¿cómo os definís?
El equilibrio estilístico es algo difícil de lograr, y más cuando eres un combo al 50%, sin liderazgos. La creatividad es un proceso muy personal y nosotros tampoco somos las personas con los gustos más coincidentes del mundo. Pero dentro de esa intersección que forma nuestros gustos comunes hay desde hard-rock o metal clásico, psicodelia, rock sinfónico, post-rock, música clásica, kraut o músicas de vanguardia. Un poco todo lo que planteabas en la pregunta. Respecto al doom, para nosotros no se basa tanto en hacer música a tempo bajo per se, sino en crear esa sensación de fuerza contenida, de gravitas épica que necesitamos sacar fuera. Para TodoMal y otros proyectos que hemos tenido en el pasado, siempre hemos intentado evitar etiquetarnos. Las etiquetas te vienen solas, porque la gente tiende a “agrupar” y clasificar la música cuando la escucha. Para los músicos suele ser un tema un tanto resbaladizo, porque suena a levantar paredes a tu alrededor. Y más nosotros, que tenemos la manía de ser muy poco ortodoxos en todo lo que hacemos.
En vuestras canciones hay riffs pesados, pero me da la impresión de que componéis los temas pensando más en la atmósfera global. ¿Qué va primero?
Es cierto. Casi siempre va primero la idea, el marco donde se va a desarrollar la canción. Es otra concepción totalmente distinta. Cuando haces estilos con tempo más alto tu mente trabaja de otra forma; generalmente partes de riffs de guitarra, más o menos complejos. Esto es lo contrario; hay temas que se han ido articulando a partir de una frase de piano, o de una melodía de voz. De ideas mínimas a veces, o de atmósferas, como señalabas antes. Muchos grupos del género parten de esa raíz doom metal y buscan ciertos elementos externos para darle color y variedad. Nosotros hacemos el proceso un poco al revés, generalmente nos aproximamos desde fuera e intentamos “oscurecer” el material, darle esa dimensión introspectiva, por así decir.
Me fascinan los paisajes sonoros que recrea vuestra música. Son apocalípticos y a la vez hipnóticos. ¿Qué os interesa más, el tremendismo o la evocación?
La evocación, sin duda. Es mucho más poderosa. El tremendismo te muestra la realidad en pleno esplendor de su patetismo, un poco sin que puedas apartar la vista de ella, y a nosotros no nos gusta ser demasiado evidentes en el mensaje, ni en la forma, porque lo interesante cuando oyes música es que tu cerebro le encuentre el paisaje que es perfecto para ti. Es lo que crea el vínculo. Nos gustaría pensar que Ultracrepidarian es un disco ideal para escuchar mientras paseas por la naturaleza, o para viajar. De hecho, una buena parte del feeling general de los temas viene un poco de ahí; de paisajes, viajes, de grabaciones en entornos evocadores, o incluso de caminar en soledad. De encontrar paz. O quizá de buscarla.
Sois un dúo de multiinstrumentistas. ¿Cómo fue la decisión de montar una banda con solo dos miembros?
Básicamente llevamos mucho tiempo haciendo música juntos. Hemos llegado a entendernos a muchos niveles, más allá de lo musical. Somos personas bastante distintas entre sí, y nos rigen hemisferios cerebrales diferentes, pero de alguna forma nos gusta pensar que de esa mezcla surge algo interesante, o al menos equilibrado. Nosotros hemos sido los compositores principales de los proyectos que hemos tenido en el pasado, y también somos multi-instrumentistas (como tú señalabas) muchas veces más por necesidad que por habilidad, pero eso nos ha permitido poder plasmar canciones y generar un nivel de autonomía suficiente para componer. Las ideas para canciones nuevas pueden partir de cualquiera de los dos, pero una vez que el tema se “acepta”, la otra parte también lo hace suyo. Esa es la idea. También el hecho de vivir en ciudades distintas hace que, logísticamente, sea muy complicado montar una banda al uso. Y en el punto que queremos desarrollar artísticamente TodoMal, no creemos que sea necesario. Al menos, de momento.
¿Cómo defenderéis vuestra música en directo? ¿Tenéis pensado un formato con más músicos?
Tenemos un plan para llevar TodoMal a directo para el próximo año, con músicos amigos nuestros, con una banda ya experimentada. La idea no es embarcarse en algo demasiado ambicioso, al menos en teoría, pero sí poder hacer conciertos ocasionales si nos apetece, siempre y cuando haya interés por la gente, claro. En cualquier caso, ahora mismo estamos centrados en componer material para el próximo disco. Puede sonar muy prematuro, pero ten en cuenta que cuando llega el momento de la edición, en tu mente ese disco ya está anticuado, un poco también por agotamiento, aunque la gente todavía no lo haya oído y sea nuevo para ellos, pero para ti ya es un capítulo cerrado. Siempre hay un desfase en ese sentido, así que te tienes que acostumbrar a trabajar siempre con vistas a varios meses, a veces incluso un año.
¿Qué historias cuentan las letras de vuestro álbum Ultracrepidarian?
Las letras de Ultracrepidarian son bastante introspectivas y simbólicas, un poco por lo que hablábamos antes; la traducción literal o descriptiva no nos interesa tanto. Aunque algunas puedan describir vivencias o sentimientos pasados, o presentes, lo interesante es ver qué significan para la persona que las oye, o las lee. Por ejemplo, ‘Horror Vacui’ sale de la angustia que todos vivimos el año pasado, pero en el sentido del vacío que suponía la incertidumbre de no saber qué iba a pasar. Eso te lo puedes llevar al terreno que quieras, al que más significado tenga para ti. Hay fantasmas del pasado en ‘Wraith’, hay frustración en ‘Gods…’ o ira en Ultracrepidarian, pero hay también esperanza, y piedad, si lees entre líneas.
¿Creéis que os ha influido el paisaje que os rodea? ¿De qué modo?
Pues ha influido en el sentido que te coloca en un marco mental muy específico. La propia sesión de fotos promocionales, esas llanuras mesetarias, esos horizontes, van muy en consonancia con los paisajes sonoros de ciertos momentos de la grabación. Hemos compuesto canciones en una casa en lo alto de una montaña con las nubes literalmente en la puerta y también en el casco histórico de ciudades del norte, con vistas al mar (si buscáis en redes podréis encontrar unos pequeños videos que lo documentan). Chris pasó una parte importante de su infancia en el norte de Yorkshire, cerca de los Dales, al norte de Inglaterra, una zona que hemos revisitado no hace mucho, llena de grandes extensiones de terreno, de prados y valles, que de alguna forma encuentra una conexión con la España vaciada que hemos usado para el álbum. Para nosotros son algo así como “paisajes a cámara lenta”, complementarios. Así que cuando reunimos un puñado de canciones nos gusta encerrarnos a moldearlas y a desarrollarlas, cada vez en un escenario nuevo, siempre que las circunstancias lo permitan. Nos llevamos un equipamiento mínimo para poder componer y nos perdemos unos días. Todo ese imaginario acaba imprimiendo cierto aire “cinematográfico” a lo que hacemos y al parecer, por tus comentarios, creemos que hemos conseguidos transmitir ese sentimiento, lo cual es fantástico.
A nivel de imaginario, habéis citado como influencia referentes como el barroco eclesiástico, el cine de Buñuel o la Generación del 98. ¿Qué creéis que os han afectado esas influencias?
Nosotros, por idiosincrasia, pertenecemos a la llanura, al realismo mágico, o al cine de Buñuel, no a la cultura vikinga o al paganismo, por ejemplo. No tiene nada que ver con nosotros ni con nuestra educación. Al igual que nos sentimos más cercanos a Cervantes o a Valle-Inclán que a Lovecraft. No se basa en hacer un statement de nacionalismo, para nada, se trata más bien de intentar descubrir y reivindicar algo propio. Y no es forzado; somos de una generación que tuvo que leer, porque no había redes sociales. Vimos literalmente como las ciudades en las que vivíamos pasaron de ser llanuras despobladas a núcleos de población modernos, súper poblados. Jugábamos en descampados con palos y piedras, no en bosques nevados ni en mansiones victorianas. También la impronta de la religión (estética y moral), la disciplina del sistema educativo, y cómo posteriormente tuvimos que readaptar todos esos valores para conformarnos una identidad propia… todo eso ha moldeado como individuos a una gran parte de nuestra generación. Somos de la generación del castigo, más que de la recompensa, por así decir. Y estamos hablando de la clase media urbana del post-franquismo. Imagina la España rural de principios del siglo XX… todo esto nos parece un terreno inmenso por explorar. Al menos, un terreno cercano en el que basar un concepto con cierta legitimidad. Una gran parte de la inspiración artística y visual de Ultracrepidarian sale de ahí.
Si compusierais una banda sonora, ¿cómo sería esa película?
Pues podría ser una mezcla entre Los Jueves, milagro de Berlanga, E la nave va de Fellini y La montaña sagrada de Jodorovsky, por ejemplo… aunque dependería del día, supongo.