La publicidad hace tiempo que se percató de ello: los consumidores de hoy somos esa legión de cuarentones sentimentaloides, los mismos a los que puedes seducir con un anuncio protagonizado por la abeja Maya o un recuerdo edulcorado de su mitificada (y no por ello menos infame) E.G.B. Los niños de los 80 son la

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