Este fin de semana he vivido tres momentos musicales impresionantes. El primero con el señor Howe Gelb, sonido del desierto, melodías que se escapan, genio y figura. El segundo con Bassekou Kouyaté & Ngoni Ba blues de Mali, blues de otro desierto diferente, lejano pero cercano, ritmos primigenios que entroncan con las raíces de la música hasta sus inicios. Ambos conciertos en el Teatre Principal de Badalona dentro del festival Blues i Ritmes. El tercero ha sido con Seward. Ya os ha hablado de ellos por aquí, no me cansaré de hacerlo. Es uno de esos grupos que vuelan solos, que son tan grandes que perdérselos es un pecado. Aunque este concierto formaba parte de eso que se llama Living Room Concerts. Alguien que amablemente deja que su casa sea invadida por la música y un montón de personas que sentadas en sillas, sofás o incluso en el suelo se dejan llevar.
He ido a muchísimos conciertos, no os podéis imaginar cuantos, pero creo que la intensidad con la que se viven las actuaciones en directo en espacios íntimos y reducidos no tiene parangón. Se crea una conexión muy fuerte entre público y músicos. La energía fluye de una forma diferente, más próxima, invadiendo tu cuerpo, haciéndote vibrar. Es una experiencia única. Reunir a una treintena de personas, algunas se conocen y otras no, para disfrutar de la música de Seward y de la conversación post-concierto en un ambiente distendido y animado es un plus que estos conciertos nos regalan. Y después está el silencio, ese que tanto echamos de menos en los conciertos de esta maldita ciudad, porque sabes que la gente que asiste a un Living Room concert viene a escuchar la música y no a estar de cháchara molestando a los demás. Respeto por la música y sobre todo, por los músicos.
Seward. Seward. Seward. De nada sirve que os describa lo que hacen. La mejor manera de averiguarlo es que vayáis a verlos cuando actúen. Esto hay que vivirlo, hay que sentirlo y hay que dejar que te trasmita la fuerza y la intensidad que transmiten en directo. Esta vez la banda actuaba sin Martín Leiton, su bajista, no por eso perdieron fuerza. En formato cuarteto, hicieron del comedor de la vivienda su casa. Como telonero improvisado el hijo del guitarrista Jordi Matas, cantando a su corta edad canciones de los Beatles, de casta le viene al galgo dicen. El futuro de la música de nuestro país está asegurado con pequeños así. Y Seward en todo su esplendor, en acústico, diferentes pero únicos, con Adriano resfriado, ¿alguien lo notó? Saludando mientras cantaba al vecino que en la terraza cuelga la colada mientras la banda desgrana su música como artesanos que son y nosotros disfrutamos de cada segundo, de cada instante. Imágenes que se graban en nuestras retinas a fuego y que perduran. De esos conciertos de los que dices, yo estuve allí, yo lo viví, yo lo sentí. Y en las distancias cortas, a dos pasos, que digo, a dos palmos de los músicos. Tocando en el salón de casa. ¿Se puede pedir algo más?
Cuatro músicos interconectados. Unidos los unos a los otros porque los ves tocar juntos y sabes que detrás hay cuatro pilares sólidos, cuatro músicos de aúpa que además cuando se juntan formar algo increíble. Adriano, Jordi, Pablo y Juan nos regalaron su música. Algunos ya los habíamos visto en incontables ocasiones, otros los descubrían por primera vez. Pero todos conectamos a través de su música. Si nunca los has escuchado, ya estás tardando. Seward. Seward. Seward.
Seward, en Living Room Concerts from Oscar Garcia Suarez on Vimeo.