Nueva cita ineludible de la mano del Delicatessen y Albert Puig. Noches de magia musical y momentos de emoción. Esta vez cartel doble con el cantante de Miravet, Èric Vinaixa y el americano Sam Amidon. Como en todas nuestras citas con el Delicatessen, nos dirigimos hacia la Antiga Fàbrica Damm para disfrutar de una noche única. Mesitas, velas encendidas y un escenario que esperaba ansioso, como el público que llenaba la sala.
Tras la presentación de Albert Puig, subió al escenario Èric Vinaixa para tocar armado únicamente con una guitarra acústica. Los conciertos Delicatessen siempre nos presentan a un artista de casa y uno de fuera. Vinaixa desde las Terres de l’Ebre se subió al escenario para conquistarnos. Sus canciones sonaron desnudas y sencillas. Tirando de comentarios divertidos e incitando al público en todo momento, consiguió Vinaixa ganárselo desde la primera canción. Entre los temas que tocó la delicada “Ales de Sang” de su disco La Famosa Gemma de Galveston. De su último trabajo pudimos escuchar “Suplicava la reina” y “L’últim Anònim” de sus inicios musicales, el tema que le dio a conocer. Incluyó en su actuación versiones rockeras como “Cover of Rolling Stone” de Dr. Hook & the Medicine Show que el publicó coreó al unísono o el “Take my Breath Away” de Freddie Mercury, aunque esta última con poco acierto. Sus canciones siempre hablando de relaciones, de emociones, de sentimientos y de la vida que pasa y nos marca. Su actuación ayudó a caldear el ambiente. Y el público se lo agradeció.
Tras una breve pausa, Sam Amidon cogía su acústica para interpretar una envolvente e hipnótica “Blue Mountains”, una de los canciones de su exquisito último trabajo Lily-O. Lo acompañaba al escenario el siempre efectivo Chris Vataralo, excelente batería y compañero inseparable de los directos de Amidon, tanto a las baquetas como al teclado o el bajo. Funcionan ambos como un todo. Conexión química y emocional perfecta, como la que se estableció desde el segundo uno entre Amidon y el público. Cantautor folk inclasificable, renovador del género y mente inquieta, sobre el escenario Amidon se balancea entre la perfección y la locura, por suerte para nosotros. Exquisitas interpretaciones preciosistas a veces y descolocantes otras, pero nunca indiferentes.
Pasando de la acústica, al banjo, ese banjo que toca de una forma tan particular. Fusionándose con el instrumento, como si formara parte de su propio cuerpo. Y luego con el violín, para ofrecernos una loca interpretación de un tradicional irlandés totalmente desproporcionado y desquiciado, con Amidon imitando el sonido chirriante de un violín destrozado. Poniéndonos los pelos de punta, por la genialidad y por el riesgo. De su último disco también tuvimos la ocasión de escuchar la maravillosa reinterpretación del “Walkin’ Boss” que si ya nos ponía la piel de gallina gracias a Clarence Ashley, ahora mucho más. O la increíblemente rítmica “Pat Do this, Pat Do That”. También alternó canciones de sus dos anteriores trabajos Bright Sunny South y I See the Sign. Entre ellas, dos canciones del último que el público cantó con deleite.“Way Go Lily” con un Sometines que sonó a coro celestial femenino gracias a la ayuda del público y un delicadamente delicioso “Relief”. Conciertos que se te quedan incrustados en el corazón para siempre. Emociones a flor de piel y música que hace sentir vivo.
El Delicatessen nos pone cada vez más difícil imaginarnos que maravilla nos deparará en el próximo concierto. El listón cada vez está más alto y aún así consiguen dar un salto enorme con cada actuación. No hay duda, el próximo será aún mejor.
Foto: Jordi Vidal