Hoy queremos hablaros de nuestra última obsesión, un thriller psicológico que salta de las páginas de una novela a nuestras pantallas gracias a una producción de Netflix.
En 1955, la escritora estadounidense Patricia Highsmith publicó la novela The Talented Mr. Ripley, publicada aquí como El talento de Mr. Ripley. En ella se cuenta la historia de Tom Ripley, un personaje de moral dudosa que sobrevive realizando pequeñas estafas. El magnate Herbert Greenleaf le propone viajar a Italia para tratar de convencer a su hijo Dickie para que vuelva a Estados Unidos para tomar las riendas del negocio familiar. Ripley acepta y así empieza el periplo.
La primera adaptación cinematográfica fue la francesa A pleno sol (1960), dirigida por René Clément y protagonizada por Alain Delon, Maurice Ronet y Marie Laforêt. En 1999 llegaría El talento de Mr. Ripley, película estadounidense dirigida por Anthony Minghella y protagonizada por Matt Damon, Gwyneth Paltrow y Jude Law.
La que seguramente sea la adaptación definitiva es esta miniserie de 8 episodios de la mano del guionista y director Steven Zaillian, con Andrew Scott, Johnny Flynn y Dakota Fanning como protagonistas.
Esta nueva adaptación dura cinco veces más que la versión de Minghella, y vas a adorar cada minuto del proceso. La lentitud con la que transcurre la historia no solo permite profundizar mucho más en la evolución del personaje de Ripley, sino que amplifica la incomodidad provocada por los hechos.
El director de fotografía (Robert Elswit) hacer un gran uso de las sombras y la luz para crear unas atmósferas que potencian la narrativa. La imagen en blanco y negro nos regala momentos absolutamente inolvidables. Es una exposición fotográfica en movimiento. Esta sugerente estética en blanco y negro nos transporta a una época pretérita y contribuye enormemente al ambiente noir. La escena de Venecia con el elemento de la luz inspirado en Caravaggio es fantástica.
Pero el protagonista indiscutible de este espectáculo es Andrew Scott, ese genio irlandés capaz de enamorar con papeles tan diversos como Hamlet, el cura de la serie Fleabag o el impredecible Moriarty de Sherlock. El actor le aporta al personaje de Ripley una contención y una sangre fría que resultan escalofriantes. Personalmente, creo que supera enormemente la interpretación de Matt Damon, ya que resulta mucho más perturbador (del mismo modo en que tal vez Johnny Flynn no esté a la altura de Jude Law en el papel de millonario con ínfulas de bohemio).
En la representación de Ripley hay un cambio sutil pero significativo: en la versión de Minghella, el personaje de Ripley habla sin tapujos sobre a qué se dedica; hay una escena famosa en la que Dickie Greenleaf dice: “Todo el mundo debería tener un talento, ¿cuál es el tuyo?”, a lo que Tom responde “Mentir, falsificar firmas y hacerme pasar por casi cualquiera”. En esta versión, Tom dice simplemente que se dedica a la contabilidad, y sus planes e intenciones se van gestando de un modo más sutil.
En esta versión, el personaje de Tom Ripley es más magnético e irresistible que nunca, y como espectadores sufrimos con él, tramamos con él, y queremos que salgan bien todos los planes de robo, estafa y suplantación de este sociópata frío y calculador.
Dakota Fanning borda el papel de Marge Sherwood, y la sospecha constante que siente hacia Tom genera momentos con una tensión tan palpable que resulta hiriente. También merecen una mención especial Coco Sumner encarnando a la perfección la personalidad directa e inquisitiva de Freddie Miles, y Maurizio Lombardi en el papel del tenaz y eficiente oficial de policía Pietro Ravini.
En resumen, una banda sonora maravillosa, una estética arrebatadora, unas interpretaciones impecables y una historia tensa y alambicada dan como resultado una adaptación absolutamente fascinante. Una historia turbia y malintencionada contada con una crudeza poética digna del mejor Caravaggio. Obra maestra.