No hace falta decir que Marc Ribot es uno de los músicos imprescindibles en lo que a experimentación y música de vanguardia se refiere. Su incansable búsqueda sobre nuevas sonoridades y su inquieta mente musical no se para nunca. Impresionante guitarrista, original y creativo siempre va un paso por delante.
Ahora nos presentaba su nuevo proyecto en directo con The Young Philadelphians, en el marco del Festival de Jazz de Barcelona. Con el propio Marc Ribot a la guitarra eléctrica, la delicada y experta Mary Halvorson también a la guitarra, el impresionante Jamaaladeen Tacuma al bajo eléctrico y Grant Calvin Weston dando el ritmo a la batería. Acompañados además por un trío de cuerdas: Miriam Felix al violonchelo, Joan Felix a la viola y Carlos Montfort al violín.
The Young Philadelphians es un grupo que disfruta, revive y transforma el Philadelphia soul con toques del free jazz más innovador nacido de otra mente inquieta, la de Ornette Coleman. Ribot se rodea de su sección rítmica en Prime Time, Tacuma y Calvin Weston. Ellos dan ese toque funk y soul, ese ritmo endemoniado. La guitarra de Mary Halvorson, una de las grandes figuras de la improvisación actual, de la música experimental y del jazz se encargaba de decorar, de apoyar y elevar el trabajo del resto de músicos. Lo mismo hacía el trío de cuerdas. Ellos, dirigidos por la firme mano de Ribot, aportaban los arreglos que hacían que el conjunto fluyese. Y por supuesto estaba la guitarra de Ribot. Un genio.
Sonaron clásicos de Ohio Players como “Love Rollercoaster”, de Van McCoy como “The Hustler”, el éxito disco de Silver Convention “Fly, Robin, Fly” o el rítmico “Do It Anyway You Wanna” de People’s Choice. Cantados por Ribot y Calvin Weston. Un concierto divertido y enérgico bañado de la maestría de un genio como Marc Ribot, que disfrutamos sentados en el Auditori y que quizás hubiéramos disfrutado más de pie y bailando. La única pega que le podríamos poner es que la guitarra de Halvorson y el excelente trabajo de acompañamiento del trío de cuerdas quedaran aplastados por el sonido del resto de músicos. Si hubieran sonado un poco más hubiera sido perfecto.
Foto: Jordi Vidal