Una visita de Lee Fields es siempre motivo de alegría porque promete una noche de baile, de buen soul y funk y sobre todo de espectáculo. Fields es un terremoto sobre el escenario y hace disfrutar al público, además viene respaldado siempre por su banda The Expressions, calibrados al milímetro, excelentes músicos. No es difícil de entender, el de Carolina del Norte creció escuchando a los clásicos del soul desde el gran James Brown pasando por Otis Redding o The Temptations entre muchos otros. A finales de los 70 se lanzó a cantar, entonces le llamaban Little J.B., su estilo de cantar a lo James Brown estaba claro. Desapareció de la escena para retornar en los noventa triunfante junto a su banda, su último trabajo y el que venía a presentar, un trabajo más pausado y melancólico dedicado a su madre, Emma Jean.
La sala Barts se llenaba esperando el gran espectáculo que Fields siempre promete y da. Sus conciertos siempre han sido apoteósicos, explosiones de funk y soul liberadoras. De esos que bailas hasta caer rendido. Pero esta vez no fue así. Aunque el concierto fue de menos a más, no acabó convenciendo. Fue un buen concierto si, pero no una explosión sonora como a las que nos tenían acostumbrados Fields y los suyos. Nos faltó esa garra que Fields siempre muestra sobre el escenario, ese caer de rodillas y mirar al cielo, esos bailes frenéticos, que solamente llegaron al final de la actuación. A la banda se la notaba desapegada. Aún así, bailamos de lo lindo, el público se dejó seducir y el concierto fluyó, como he dicho antes de menos a más. Lástima que el más no duró tanto como esperábamos. ¿El cansancio quizás? Entre los temas que sonaron no pudo faltar su exitoso “Faithful Man”. Lee y los suyos se fueron dejando la sensación de que el concierto podría haber sido más de lo que fue. Quizás la próxima vez.
Fotos: Tvee