
Entre nosotros corre una poeta. Una gran poeta, una poeta excelsa, una poeta sencilla, una poeta trabajadora, una peota sentida, una poeta de lo ordinario y lo extraordinario.
Kate Tempest se dejó caer por un Apolo 2 llena de almas hambrientas. Llegó al escenario con la naturalidad del visitante accidental. Sonrió, saludó y habló con honestidad sobre la gira y sobre su paso por Barcelona, y anunció lo que estaba a punto de hacer: interpretar temas de sus dos primeros álbumes, Everybody Down y Let Them Eat Chaos, y finalmente hacer al completo The Books of Traps and Lessons, su última obra.
Entonces se hizo el silencio y, con una sonrisa y la luz precisa, empezó su interpretación.
Una poeta al desnudo, acompañada por las mezclas y los teclados de su excepcional escudera, Clare Uchima. Unas luces sencillas, un escenario vacío. Un formato reducido para expresar algo muy grande. Y es que no hacen falta demasiados artificios cuando todo lo que haces y dices es de verdad.
Europa está perdida, América perdida, Londres perdida / y seguimos todos clamando victoria / son todo reglas sin sentido / no hemos aprendido nada de la historia / la gente está muerta en sus vidas / aturdida por el brillo de las calles / pero mira cómo sigue moviéndose el tráfico / el sistema es demasiado hábil como para dejar de funcionar
Kate Tempest, ‘Europe Is Lost’
Kate Tempest busca la verdad, se formula preguntas, describe lo que ve, te cuenta qué siente, cuándo se indigna, cómo vibra. Y tú la acompañas como un hermano, como un compañero de sed.
La londinense combina una poesía evocadora, sensible a la par que intensa, con una interpretación tan frenética como precisa. Ha aprendido a jugar al juego del rapeado, pero prescindiendo de todos los manierismos y los clichés del mundo del hip hop. Domina el recurso pero no se deja dominar por el corsé. Es una voz única, no necesita disfraces.
el tiempo es un ojo ciego y veo tu mente con el ojo de mi mente / me vuelves inmortal / me llevas al espacio / eres un planeta / un lugar que no conozco / tu cuerpo es el hogar de dioses extraños / me arrodillo en su templo / vuelo en pedazos, dulce, feroz / estamos abiertas
Kate Tempest, ‘Firesmoke’
El público del Apolo quedó convencido desde el principio. Sabíamos que estábamos ante algo grande. Algunos habían tenido la ocasión de verla en sus dos visitas al Primavera Sound. Todos compartían la misma expresión de satisfacción por compartir un momento tan delicado, indescriptible, auténtico. Un momento de conexión, de música y palabra. De felicidad.
es duro, tenemos la cabeza baja y los pelos de punta / tenemos la espalda contra la pared, puedo sentir cómo te duele / nada de esto está escrito sobre piedra / no hay nada que tengamos prohibido saber / y puedo sentir que las cosas están cambiando / incluso cuando estoy débil, destrozada / estaré erguida en la estación de tren, llorando / porque puedo ver vuestras caras / se puede encontrar tanta paz en los rostros de la gente
Kate Tempest, ‘People’s faces’
Y entonces llegó el momento en el que el viaje llegaba a su fin. Y Kate desapareció igual que había entrado: con gracia, con humildad, con naturalidad, con sentido del humor.
Al salir, dejó una estela que parecía decirnos: salid, abrazaros, gritad, sentid, sed reales, pisad el asfalto, negad la injusticia, sed felices, vivid. Y en eso estamos.