A veces uno tiene chamba. Uno tiene suerte de estar en el lugar correcto en el momento adecuado para darse cuenta que una obra de teatro protagonizada por Benedict Cumberbatch (Agosto, Sherlock Holmes, etc.) tiene muchos números de terminar en éxito. La suerte consiste en pillar al vuelo la oportunidad de comprar la entrada para el pase único que han proyectado en el Icaria de la obra del National Theatre de Londres.
Los ingleses saben hacer teatro, esto no es nada nuevo. Pero además esta representación de Frankenstein cuenta con elementos de sobras para resultar atractiva. Una superproducción dirigida por Danny Boyle (Trainspotting, 28 días después, etc.) y protagonizada por Benedict Cumberbatch y Jonny Lee Miller (Trainspotting, Elementary – también de Sherlock, por cierto) en los papeles de Doctor Frankenstein y la Criatura. Con la particularidad de que los actores se alternan los personajes según el día. Los lunes Cumberbatch hace de monstruo, y los martes hace de doctor.
Hoy lo he pillado de monstruo. Debo admitir que para mí, el principal atractivo era ver a Benedict Cumberbatch haciendo teatro (del bueno). Me parece un actor en un estado de forma espectacular. No obstante me chusmé al saber que el papel del día era de monstruo, pensando que luciría mucho más como Frankenstein. Craso error, dado que es precisamente la criatura quien mueve en gran medida la narración. Y Benedito se sale, el jodio. La composición del personaje es sencillamente impecable.
La obra empieza in-media-res en plena concepción, el monstruo rompiendo los velos de la existencia abriéndose paso a la vida. Apenas capaz de coordinar su contrahecho cuerpo, su propio creador le rechaza inmediatamente y lo abandona a su suerte. La visión del mundo de la criatura se reduce a la violencia y el terror que infunde en la gente. Su camino de maduración pasa por los textos de Milton que aprende de un ciego y las frustraciones de un mundo que le teme y no concibe siquiera que deba existir.
La historia de Frankenstein, mil veces contada ya, cobra sentido cuando se contraponen los personajes del creador y su obra. Si acaso el Doctor Frankenstein es un ser alienado movido por su obsesión de vencer a una muerte que se le antoja arbitraria y sin sentido, la criatura es un saco de emociones movido únicamente por la falta de amor y la necesidad imperiosa de amar y ser aceptado. Siendo reduccionistas, el monstruo es evidentemente mucho más humano que el científico.
No sé cómo decirte… Este artículo es un potencial creador de frustración. Es decir, ¿Te ha gustado lo que has leído?, pues te jodes, porque es difícil que tengas la oportunidad de ver esta obraca de teatro. Hay un grupo de Facebook intentando presionar al National Theatre para que la edite en DVD, pero si no lo consiguen va a ser difícil. Supongo que todo se reduce a la efimera inmediatez del teatro, aunque lo hayamos visto en cine. Si tienes la suerte de trincar algún pase en algun cine de alguna ciudad del mundo, no lo dudes y tírate en plancha. El teatro bien vale el precio de una entrada de cine.