Empezamos nueva serie de artículos sobre música de la mano de nuestro colaborador Milos de Azaola. Esta vez, nos propone una selección de los mejores discos del año según su criterio. Cada año tiene su protagonista. Empezamos con los maravillosos años sesenta. ¿Qué os parece la selección? ¿Estáis de acuerdo?
1963: The Freewheelin’ Bob Dylan / Bob Dylan
Probablemente los 60 empezaron con este disco, musicalmente hablando. Fue el que realmente catapultó a la fama a Dylan, en gran medida gracias a su canción “Blowing in the Wind”, que se convirtió en el himno de toda una generación. Con tan sólo 22 años, Bob Dylan hizo historia con este su segundo disco. Apareció en el momento justo, como un puente tendido entre los beatniks y folkies de finales de los 50 y principios de los 60 y los hippies de finales de los 60. Testigo lúcido de su época, Dylan siempre tuvo un don para adelantarse a todos los demás. Sus letras poéticas y combativas y sus melodías sencillas no sólo transformaron la música popular, sino a los jóvenes que escucharon sus canciones. A algunos les podrá parecer que no es un gran cantante, con ese tono nasal suyo (a veces algo irritante), y tampoco es que sea un maestro de la armónica (hasta yo la toco mejor), pero supo denunciar los problemas de su tiempo y retratar las inquietudes de la juventud mejor que nadie, influyendo a un montón de gente que vendría después. Su música te hacía tener esperanzas de que el cambio podía ser posible.
1964: A Love Supreme / John Coltrane
Uno de los mejores discos de jazz de todos los tiempos, grabado por John Coltrane en una sola sesión el 9 de diciembre de 1964, tres años antes de su muerte. Coltrane empezó a interesarse por la espiritualidad oriental a finales de los años 50, a raíz de un despertar religioso que tuvo tras una depresión, por la época en que decidió dejar las drogas. Años después decidió revivir esa experiencia mística grabando A Love Supreme, disco que puede considerarse el clímax personal de su carrera. El álbum está compuesto por un solo tema dividido en cuatro partes, una oda al amor, en el sentido más amplio y espiritual de la palabra, en la que un Coltrane en estado de gracia expande su música hasta el infinito, revelándose como un místico del jazz que deslumbra al oyente con su maestría, arrastrándole con él en su éxtasis. Con él, el jazz va más allá de la simple improvisación y se convierte en un instrumento para explorar nuestro interior. La repercusión de este prodigioso disco fue tal que sus seguidores más fanáticos llegarían a fundar en San Francisco la Iglesia de John Coltrane (¡!).
1965: Out of Our Heads / The Rolling Stones
¿El disco que inventó el rock tal como lo entendemos hoy en día? Probablemente. El tema estrella del álbum es, por supuesto, la mítica “(I Can’t Get No”¡) Satisfaction”, pero también contiene pequeñas joyas como “The Last Time” o la inquietante balada “Play with Fire”, que junto con “Satisfaction” fueron los primeros temas de los Rolling Stones compuestos por ellos mismos. Con este trabajo, sus Satánicas Majestades encontraron su propio sonido, demostrando que eran mucho más que una simple banda de rhythm & blues o el producto prefabricado de una discográfica, que tenían personalidad propia e inquietudes creativas. Digamos que es el disco con el que se hicieros adultos (aunque antes tampoco es que fueran unos inocentes angelitos precisamente). Out of Our Heads sirvió de inspiración a muchas bandas posteriores que también buscarían su propio camino. Y por supuesto los Rolling Stones marcaron un antes y un después en el rock con el diabólico riff de guitarra de “Satisfaction”, tal vez una de las canciones más influyentes de la historia. ¿Quién podía medirse con ellos en 1965? ¿Los Beatles? ¡Bah!
1966: Freak Out! / The Mothers of Invention
El primer disco doble de la historia del rock, cortesía del genial Frank Zappa y sus Mothers of Invention, es una obra innovadora, una farsa satírica adelantada a su tiempo. Antes de que los grupos hippies de San Francisco grabaran sus primeros discos, la contracultura californiana tenía sus principales portavoces en Zappa y su troupe de gamberros, guerrilleros freaks dispuestos a sacar a la sociedad estadounidense del mal llamado sueño americano pegándoles un buen susto con su música. Las Madres parodian todos los géneros musicales de su época en este descacharrante trabajo que no deja títere con cabeza. La familia, la clase media, el capitalismo, la policía al servicio del estado, las babosas baladas de amor de la radio… todos reciben lo suyo en las letras de Freak Out!, las más mordaces vistas hasta entonces en un disco de rock. Por supuesto consiguieron provocar a mucha gente, que era justo lo que buscaban. A destacar el tema con el que cierran el disco, “The Return of the Son of Monster Magnet”, una ida de olla de doce minutos de duración que al parecer grabaron a las tantas de la madrugada con una buena parte de los freaks de Sunset Boulevard reunidos en el estudio… Una auténtica locura.
1967: Forever Changes / Love
El mejor disco de la historia del rock, o al menos esa fue la conclusión a la que llegaron los miembros del parlamento británico en una curiosa votación, un día que se ve que no tenían mucho que hacer. Ciertamente Forever Changes es una obra excepcional, y sin duda uno de los mejores discos jamás grabados. Fue compuesto en su mayoría por un Arthur Lee inspirado por a saber qué extrañas sustancias, aunque el disco se abre con una joya de su compañero Bryan MacLean llamada “Alone Again Or”. Para este su tercer disco, el grupo decidió contar con el acompañamiento de una orquesta, decisión arriesgada pero acertada. El pop psicodélico de Love gana enteros con estos arreglos orquestales que extrañamente no chirrían (como pasa con otros discos de la época en los que se probaron experimentos similares), ya que los arreglos siempre están al servicio de las canciones, y no al revés. La guitarra eléctrica sólo aparece puntualmente en un par de temas, como “A House Is Not A Motel”. Los bruscos cambios de ritmo y de atmósfera (nunca un disco tuvo un título tan apropiado) hacen de Forever Changes una especie de kaleidoscopio musical. Las letras de Lee, siempre oscuras e inquietantes, contrastan con la luminosidad de la música y dicen bastante de cuál era el estado anímico del cantante durante la grabación, pues por aquel entonces estaba convencido de que estaba a punto de morir y de que ésas iban a ser sus últimas palabras… La inusual intensidad de Forever Changes se debe a que Arthur Lee concibió el disco como su testamento musical. Con cada escucha de esta maravillosa obra de arte se descubre algo nuevo en su interior.
1968: S.F. Sorrow / The Pretty Things
La primera ópera rock de la historia. 1968 dio discos más famosos, como el Electric Ladyland de Jimi Hendrix o Wheels of Fire de Cream, pero en mi opinión el mejor álbum de ese año es esta joya oculta de los Pretty Things. Me pregunto por qué a estas alturas sigue sin ser un disco más conocido, sobre todo teniendo en cuenta lo influyente que fue en su día. El Tommy de los Who (que vio la luz un año después) le debe bastante, aunque Pete Townshend no esté dispuesto a reconocerlo; y también se adelantó un año al zepelín en llamas del debut de Led Zeppelin (no sólo por la portada del disco, pues el zepelín también tiene un papel importante en la historia que cuenta). Los Pretty Things empezaron siendo un conjunto de rhythm & blues, pero en S.F. Sorrow se volvieron más psicodélicos que nadie, entregándose a la experimentación con resultados alucinantes. El disco cuenta la trágica y fascinante historia de un chico llamado Sebastian F. Sorrow, desde su nacimiento hasta su triste final. Es un álbum lírico y surrealista al que no le falta de nada, con hermosas canciones acústicas como la épica “Private Sorrow” y la desoladora “Loneliest Person”, tormentas eléctricas como “Balloon Burning” y “Old Man Going”, y abundancia de temas exóticos, como el vals psicodélico de “Bracelets of Fingers”, el circense rock vudú de “Baron Saturday” o el espeluznante mantra hindú de “Death. S.F. Sorrow” se grabó en Abbey Road, estudios de los que salieron algunos de los mejores discos de la psicodelia británica. En 1998, treinta años después de su publicación, los Pretty Things volvieron a Abbey Road para interpretar íntegramente el disco, actuación recogida en un recomendable dvd.
1969: Led Zeppelin / Led Zeppelin
En 1969 se publicaron una sorprendente cantidad de discos magistrales (algunos melómanos anclados en el pasado todavía insisten en que fue el mejor año del rock), por lo que se hace difícil elegir un solo álbum de ese año. Pero sin duda Led Zeppelin destacaron por encima de todos los demás, revolucionando el panorama musical con su apabullante debut, publicado a principios de 1969. Sencillamente antes de ellos nunca se había visto nada igual. Incluso cabría preguntarse si el mundo estaba preparado para algo así. Prácticamente inventaron el rock duro, influyendo a todos los heavies que vendrían después. Y por primera vez un guitarrista, Jimmy Page, demostraba que también podía ser un productor fuera de serie, dándoles mil vueltas a todos los demás. Desde su inicio con “Good Times Bad Times”, el debut de Led Zeppelin suena contundente, ominoso, acojonante, como una apisonadora dispuesta a llevarse todo por delante (nadie aporreaba la batería como John Bonham, ¡nadie!). Y es sólo la primera canción. Después viene una supuesta balada procedente de la tradición folk, “Babe I’m Gonna Leave You”, que en manos de Led Zeppelin se transforma en una especie de asfixiante tragedia griega; el blues más infeccioso y sucio jamás grabado hasta entonces, “You Shook Me”, también superior a la versión original de Willie Dixon (Led Zeppelin eran alquimistas que convertían en oro todo lo que tocaban); la inquietante y portentosa “Dazed and Confused“, banda sonora perfecta para cuando todo se va al carajo (sin este siniestro y casi apocalíptico tema probablemente no habría existido un grupo como Black Sabbath); un single rabioso y acelerado que se adelantó unos cuantos años al punk, “Communication Breakdown” (ideal para cuando te ha dejado la novia y ya no piensas tan bien de ella); y ese monstruo de Frankenstein que cierra el disco, “How Many More Times”, bolero épico que parece conducirte al fin de los tiempos. Con este discazo, el Zepelín de Plomo hizo sombra a todos los demás grupos de la época, así de claro.