Hoy quiero hablar de un cómico que se ha ganado un rinconcito en mi corazón por muchos motivos. La primera vez que lo vi, con gafas de sol blancas, pantalones rotos y jersey a rayas rojas y negras, pensé inmediatamente en Kurt Cobain. Y entonces lo escuché, con su humor negro, sus tacos constantes y sus chistes cafres, y caí rendido ante él.
Carlos Ballarta (Ciudad de México, 1990) es un cómico al que no olvidas. Combina temáticas provocadoras que fuerzan los límites del humor con un estilo comedido e informal. Te hace pensar en ese pariente que mete el dedo en la llaga sacando los trapos sucios de la familia. Y todo ello sin hacer demasiados aspavientos, hablando como si estuviera pensando en voz alta. Así, sin más, güey.
Quiero confesarme esta noche, damas y caballeros. Soy un mamífero que está parado en frente de todos ustedes. Quiero creer que todos los aquí presentes son mamíferos. Si hay alguien que es ovíparo y pudo pagar un boleto, pues felicidades, ¿no? Son una proeza de la naturaleza.
En sus rutinas de stand-up, Carlos habla sobre su vida personal (mencionando a menudo a su pareja y a su hijo), la vida cotidiana en México, el sexo, y en general sobre el lado más sombrío de la realidad. Nunca te habrás sentido mejor riéndote de las penurias ajenas.
No faltan algunas puñaladas políticas y algunos devaneos surrealistas. Las miserias que cuenta no se limitan a México, sino que por su trituradora pasan varios países del continente americano.
En Netflix encontrarás tres especiales de comedia: El amor es de putos, Furia ñera y Falso Profeta, los tres muy recomendables. Su último especial es Rebelde comodino, disponible en su canal de Youtube y en Spotify.
Os dejo con un tráiler del que probablemente sea mi especial preferido, Falso Profeta.