- De sueños y obsesiones
La Aspirante (Lauren Hadaway, 2021)
Vivimos en una sociedad que constantemente nos recuerda que, para ser felices, tenemos que ser los mejores en todo. Los mejores estudiantes, los mejores trabajadores, los más inteligentes, los más saludables, los más brillantes y, sobre todo, los más productivos. La enseñanza, enfocada desde la más absoluta competitividad, nos prepara para un mundo que desechará a los individuos que no cumplan con las expectativas que sobre ellos se generen. Niños y niñas prodigio que tocan conciertos para violín con 5 años o participan en concursos de belleza, adolescentes y universitarios que entrenan durante horas para conseguir alguna beca deportiva que les sufrague los gastos de la universidad, emprendedores que abandonan sus estudios a los 15 años para empezar un negocio, empleados capaces de trabajar hasta 16 horas al día en unas condiciones deplorables… La superficie terrestre se llena, cada vez más, de gente obsesionada por lograr una meta que, por otro lado, no siempre es alcanzable. Emprendimiento, superación, competitividad, perfeccionamiento, persistencia, tenacidad o autoexplotación son conceptos que juegan un papel clave en la sociedad capitalista del S XXI.
Esta es, grosso modo, la historia de Alex Dall, competitiva estudiante universitaria que se une al equipo de remo con la intención de ser la mejor a toda costa. La cámara, tan inclemente como nerviosa, nos mostrará su obsesión, su adicción cada vez mayor, la progresiva renuncia a una vida personal, su aislamiento del resto del mundo y su falta de empatía para con los demás. El pánico al fracaso, la degradación física y el sufrimiento, los problemas psicológicos y la pérdida de perspectiva. Todo ello, con un montaje rápido y exaltado, que no duda en hacer uso de las elipsis para causar así una cierta desubicación del espectador, que sin duda tendrá que luchar contra ese sentimiento opresivo que los planos breves y cerrados provocan. En definitiva, una opera prima de tintes autobiográficos (la propia Hadaway entrenó en un equipo de remo durante varios años) que reflexiona sobre los límites de la voluntad y hasta dónde estamos dispuestos a llegar por una obsesión.
Catch the Fair One (Josef Kubota Wladyka, 2021)
Y si Lauren Hadaway retrata la obsesión de una estudiante universitaria por el remo, Josef Kubota Wladyka muestra en Catch the Fair One el empeño de una boxeadora por encontrar a su hermana desaparecida, víctima de una red de trata de mujeres. En ambas películas, protagonizadas por personajes femeninos de una fuerza y resistencia descomunales, se recrea un ambiente sórdido y opresivo, representación a pequeña escala de una sociedad que no le pondrá las cosas fáciles a ninguna de ellas. La boxeadora profesional Kali Reis interpreta a Kaylee, que no duda en introducirse en las entrañas de una red de prostitución para intentar encontrar a su hermana adolescente desaparecida, aun a riesgo de poner en peligro su vida.
Puede que Catch the Fair One no sea un filme especialmente original o sorprendente. Puede que tengamos la sensación de haber visto ya unas cuantas películas con un argumento y una puesta en escena similares; pero aun así, la convincente interpretación de Reis y el pulso narrativo de la historia, convierten el filme en un notable y crudo thriller de denuncia capaz de mantener al espectador en una tensión constante.
Strawberry Mansion (Kentucker Audley, Albert Birney, 2021)
En el año 2035, el gobierno controla todos y cada uno de los movimientos de los ciudadanos. Incluso los sueños, que hasta entonces habían sido una incuestionable parcela de libertad, están sometidos a una serie de leyes e impuestos. Se acabó el decir aquello de “soñar es gratis”. James Preble (Kentucker Audley), protagonista de la historia, tiene la desagradable tarea de auditar sueños para a continuación recaudar los impuestos correspondientes. En una de sus visitas laborales a domicilio llegará a una solitaria granja habitada por Arabella Isadora (Penny Fuller), excéntrica anciana y artista coleccionista de sueños.
El artista multidisciplinar Albert Birney y el actor y director Kentucker Audley colaboran por segunda vez tras su largometraje Sylvio (2017), proyectado en el Americana en 2018. Hay una suerte de hilo conductor invisible que conecta ambas películas y, más concretamente, a sus dos protagonistas. Porque, al igual que Preble sobrevive como recaudador de impuestos de sueños, el gorila Sylvio (sí, en efecto, se trata de un gorila de aspecto humano, la vida es a veces algo desconcertante) trabajaba en una agencia de cobradores de morosos. Y ambos, sin saber muy bien cómo, acabarán envueltos en una historia de desenlace inesperado.
A todos aquellos que afirman que no es posible hacer un filme de ciencia ficción sin un buen presupuesto, les recomiendo que vean Strawberry Mansion, película low cost de tintes retrofuturistas que se sumerge en lo más profundo de los sueños para recrear un mundo lúdico, único y sorpresivo. Strawberry Mansion nos remite a los universos creados por Michel Gondry (Eternal Sunshine of the Spotless Mind (2004), La science des rêves (2006)), Charlie Kaufman (Synecdoche, New York (2008), I’m Thinking About Ending Things (2020)) o Terry Gilliam (The Imaginarium of Doctor Parnassus (2009), The Zero Theorem (2013)) y narra una historia tan original como naif, tan genuína como inocente.