‘Dolor y gloria’, de Pedro Almodóvar. En primera persona
Ingmar Bergman recurrió a Max von Sydow. François Truffaut dispuso a su antojo de un jovenzuelo atribulado y moldeable que respondía al nombre de Jean-Pierre Léaud y al que por edad le tocaba más matar al director-padre que suplantarlo. Y Federico Fellini se buscó también a un tipo con porte, al sex symbol que él