Vanda y un señor de París
Me gusta pensar en Roman Polanski como en un director autoconsciente, de los que se preocupan incluso de cómo y cuándo será su despedida del cine. Esa cosa tan digna y necesaria que se dio en llamar “legado”… hasta que a algún mediocre le pareció un término fatuo y pretencioso. ¿Será de los que repasan